DANDOLE VUELTAS AL VIENTO

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APORTACIONES DE LOS PARTICIPANTES EN EL ACTO DE PRESENTACION DEL LIBRO EN EL TEATRO MONTERREY EL 26 DE AGOSTO DE 1982.


APORTACIÓN DE ROSARIO PINO(su hija):
            Mi presencia aquí, y mis palabras, sólo se justifican por razones afectivas. Este acto de presentación del libro de poesías de Antonio Pino, tendría un carácter muy distinto en cualquier otro contexto; pero en esta Isla, en su Pueblo y con todos nosotros aquí, se torna un acto, sobre todo, entrañable, cordial.
            Lo que yo pueda decir, no pretende ser un retrato cabal de Antonio Pino, sobre todo porque me faltaría el distanciamiento crítico necesario para tomar la perspectiva adecuada. Tampoco quiero que sea una exaltación de su persona, a la que naturalmente me sentiría inclinada por la admiración que tuve siempre por mi padre y que se acrecienta al paso del tiempo, por esa dinámica del “optimismo del recuerdo” de que hablara Bergson. Y, por supuesto, sobraría en este contexto, una nota biográfica que, por otra parte, está incluida en la solapa del libro objeto de presentación. Únicamente intentaré poner de relieve algunas de las que, a mi parecer, eran líneas dinamizadores de su persona, ideas básicas, con las que intentó ser coherente en sus actuaciones.
            Para los que le conocieron, y creo que son la mayoría de ustedes, no aportaré nada nuevo porque (y esta es una de las primeras cosas que debo subrayar era, según sus propias palabras “de esos hombres abiertos, derramados...”. No hacía falta tener un contacto diario ni demasiado íntimo con él, para conocerlo para saber de sus ocupaciones y preocupaciones, de su forma de sentir la tierra y, en general de su talante.
            “De esos hombres abiertos, derramados, que dicen con rudeza cuanto sienten...” pero que también callaba por fidelidad a los secretos que se le confiaban o por elemental prudencia. Y decía, no solo con rudeza, también con ironía unas veces y con exquisita delicadeza otras, como cuando nos recitaba sus propios verso o los versos de sus poetas preferidos, que guardaba en su envidiable(al menos para mi) memoria.
            Entre esos muchos poetas preferidos figuraban León Felipe y Antonio Machado. Yo diría que se sentía muy identificado con el poema “Romero” del primero y con el “Autorretrato” del segundo, al menos en gran parte de este.
             De Felipe:
“Ser en la vida romero,
romero solo que cruza
siempre por caminos nuevos,
pasar por todo una vez,
una vez solo y ligero.
Que no se acostumbre el pie
                                A pisar el mismo suelo”

            Creo que le molestaba la vida rutinaria y monótona y así, en su trabajo profesional, muchas veces mecánico, encontraba la novedad diaria que le ofrecía el trato cercano y cordial con los pacientes que asistían a su consulta.
            “Ligero siempre ligero”... Trató de no tener lo que el llamaba “impedimenta”, refiriéndose a todas aquéllas cosas que dificultan nuestra andadura en la vida distrayéndonos de lo fundamental. Se sentía con las raíces bien undidas en la tierra, pero quería seguir creciendo, como los pinos que tantas veces contempló y de los que tanto le gustaba oír el suave murmullo en el diálogo con la brisa cuando los besa y acaricia.
            Como Machado, acudió a su trabajo mientras pudo, para ganar el sustento”el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago”. No se creó falsas necesidades ni se afanó en acumular riquezas, y así, según su deseo, lo encontró la muerte: “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar” del poema machadiano.
            Creo que tuvo una obsesión en su vida: buscar la verdad. La buscó en los libros, lector incansable, pero sobre todo, la buscó en la vida . Era muy frecuente encontrarlo ensimismado repensando los acontecimientos, los encuentros... Cuando descubrió metas, a su parecer valiosas, se puso todo entero a luchar por conseguirlas, intentando ser fiel a lo que le parecía justo. Pues como dice en su poema “Epifanía”, en la vida tenemos que cumplir una misión y lo que importa es ser fieles y abnegados en la lucha. La vida “es solo un acto de servicio”, son sus palabras, y vale la pena el empeño por servir sin escatimar energías. Dice en su autorretrato:

 SOY
   “De los que viven y se dan confiados
y en alegría su dolor convierten,
ni la traición ni el desamor advierten
a sus propios amores consagrados
   De los que alcanzan luz entre las sombras
Y, cuando pasan, ni el rencor los nombra
Porque en la vida fueron generosos”.

            Pero, como dije al comienzo, no pretendo hacer ni un retrato completo, ni un panegírico. Termino pues, recordando aquellos últimos días de septiembre de 1970, en que se fue de entre nosotros. Me sobrecogió saber que, el día que nos dejaba, los pinos de la Cumbre Nueva se incendiaron como en un postrero adiós al que tanto empeño había tenido en darles vida. Y ya, en el cementerio, entre el olor a romero, corre la noticia de un pequeño accidente ocurrido al sepulturero. Le dan sepultura sus amigos, como para hacer que se cumplieran aquellas palabras del poema “Romero” que tanto a él le gustaba:

“No sabiendo los oficios
Los hacemos con respeto.
Para enterrar a los muertos
Como debemos
Cualquiera sirve
Cualquiera
Menos el sepulturero”

APORTACIÓN DE PEDRO HERNÁNDEZ(Poeta y amigo del autor, prologuista y corrector del libro):
            No voy a decir nada aparte de la lectura de un soneto que traigo aquí y que hoy he dedicado a Antonio Pino. Lo que yo tendría que decir de él lo he dicho ya en diversas ocasiones, además está expuesto en prólogo del libro, una de las cosas que yo he escrito con más cariño, con mas ternura y con más ilusión.
            Hoy podemos decir que la voz de Antonio Pino sigue aquí entre nosotros; la voz del escritor, la voz del poeta y la voz del amigo, que podríamos pensar que es una sola voz. Pino es un hombre que supo entender admirablemente, muy bien, como pocas personas, aquello de “Yo se que hay vagas gentes que desdeñan el verso noble y la ideal medida, para esas pobres gentes que no sueñan, ¡Que poca cosa debe ser la vida!. A mi me satisface plenamente, como amigo de él, que al asomarse su libro a la publicidad, a los escaparates, se le tribute, una vez más, un homenaje, este homenaje de cariño y de admiración. Y por este cariño y precisamente por esta admiración van a oír ahora mi voz en la humildad de un soneto. Pobre palabra mía rastreando la tierra junto a la de él que era vibrante y sonora, con sonoridad de alturas. Y leo mi soneto:
                                   “TU VOZ”
            a LA MEMORIA DE Antonio Pino, buen amigo, el día de la presentación de su libro “Dándole Vueltas al Viento”.

   Que me dirías tú si aquí estuvieras
Cantor del Valle, mar, tierra y estrellas.
Hoy, en reencuentro con las cosas bellas
Y en las manos tu libro,¡ qué dijeras!
  
   Desde la luz de eternas primaveras
Verás sombras de sombras, como aquellas
Que aquí perduran entre tus huellas:
Versos de paz ardiendo como hogueras.

   Que me dirías tu, poeta amigo,
Si otra vez estuviéramos contigo al borde colosal de La Caldera,
   O en nuestro Valle que en tu voz sería
Floral dehiscencia y astral armonía
Ante la que mi voz enmudeciera...

            APORTACIÓN DE MIGUEL ANGEL PÉREZ TAÑO(Abogado y amigo del autor, actor en una representación de la obra.)

Yo no soy la persona idónea para tomar parte en este acto, pues la gran categoría humanística de Pino requiere un mayor conocimiento de su vida y de su obra que el que tengo yo y, por supuesto, mayores dotes de exposición. Sin embargo hay una circunstancia que hace que yo esté aquí en este momento, y ella es que hace treinta y pico años recité una poesía en aquélla representación alegórica que en este pueblo se conoce en el nombre de “El Carro”. Es decir que a los organizadores de este acto les ha valido esta circunstancia como para que yo venga aquí nuevamente a recitar esa misma poesía. Pero esta vez, además de leer la poesía voy a hacer un simple análisis de ella, es tan simple que podría decirse en poco, pero comencemos por leer la poesía:
                                         “Soy un pobre campesino...

            Esta es la poesía escrita en el año 1949 y que para mí es el diálogo del campesino con Dios. Es el único diálogo que el campesino podía hacer en 1949. Y por Dios, quiero decir que esto no es un juicio valorativo. No, no me estoy metiendo en eso; pero en 1949 el campesino, o dialogaba con Dios o no dialogaba. Es un diálogo, y aunque el parlamento del campesino tiene mucho de confesión y de plegaria, cuando se presenta y dice que es un pobre campesino, que no tiene palabras bellas, que tiene torpes maneras, en definitiva, que no sabe expresarse. Dice mas adelante que su fe es inmensa cuando se desprende de la simiente y esa simiente brota y germina y le produce una gran cosecha. También aparece la palabra de Dios en la poesía esta, que me limito solamente a  comentar esta sola poesía, porque en esta poesía hay pobreza, hay honradez, hay sencillez, hay humildad. Y, a pesar de todo hay optimismo, hay fe, hay esperanza; esta también es la palabra de Dios. Cuando un hombre es pobre, es sencillo, cuando está curvado sobre la tierra por los esfuerzos del trabajo y encima ese hombre tiene fe y tiene esperanza... para mi ahí también está la palabra de Dios.
            Entro de este dialogo posible, vuelvo a repetir que no es un juicio valorativo, que el poeta hizo para poner al campesino a hablar con Dios, y siendo esta poesía una inmensa declaración de fe religiosa, a pesar de eso, en la poesía se encuentran las características típicas que han acompañado al campesino durante toda su vida, y es la honradez, la pobreza, la sencillez y el trabajo. Esto no son palabras que yo estoy inventando; esto son palabras que están aquí en la poesía, y ustedes habrán oído; por ejemplo hay una figura que es magistral, sobre todo cuando dice: “sobre la tierra curvado... yo escribí tu religión con los surcos de mi arado...”. Esta frase es toda una imagen de un campesino. Pero dentro de esta poesía de total contexto religioso, aparece una frase, dos frases: “Cuando herido de traiciones sentí sangrar mis heridas...” y a continuación dice ...”cuando herido de traiciones sentí sangrar mis heridas...” y a continuación dice “cuando en las horas temidas...”.Es decir que dentro de todo este contexto religioso de la poesía aparecen dos frases que no son religiosas “cuando herido de traiciones...”. Yo he leído esto veinte veces y el llegado a la conclusión de que se trata de un alarido oficial. Se trata de que el campesino de aquélla época puso en boca del poeta la época de un alarido posible. Hemos hablado del diálogo posible y ahora podríamos añadir el ALARIDO POSIBLE  dentro del DIALOGO POSIBLE. El poeta, y yo no soy la persona más idónea, como dije antes, para hablar de poesía y de este tema, el poeta es el hombre que con su poesía nos habla de todo lo que tiene a su alrededor, incluido lo bueno y lo malo que le pasa al hombre; pero incluido lo bueno que le debería pasar al hombre. Es decir que el poeta es algo así como un profeta, pero es mucho más. El poeta es mas que el escultor, el escultor moldea el barro pero el poeta moldea al hombre, moldea las decisiones del hombre, presentes y futuras. Es el oficio más maravilloso del hombre.
            Puede ser... que esta poesía, “Plegaria del Campesino”, en cierta forma haya sido una prenda que al trascurso de los tiempos haya producido o esté produciendo sus efectos. En mi caso concreto, y por haber sido yo la primera persona que recitó esta poesía, y recuerdo bien: una noche calurosa de junio cuando el volcán de San Juan estaba desatado, pudiera ser que entre poeta y actor, se hubiese producido una simbiosis que al cabo del tiempo germinara en mi ese anhelo por la defensa de los derechos del campesino. Yo no se si esto habrá sido así, pero yo desearía que así fuera. Buenas noches.

            INTERVENCIÓN DE LUIS COBIELLA CUEVAS(Poeta, escritor y amigo.- Licenciado en Química)

ENTRE EL ÁRBOL, LA PIEDRA Y LA LEYENDA
(Coloquio con Antonio Pino el 26 de agosto de 1982)

            Tu sabes- y ahora lo sabes de una manera definitiva, como quien desde el interior de una catedral contempla columnas, bóvedas y, al mismo tiempo, fachadas exteriores; como adviertes qué sencillo era el secreto de un enlace electrónico; como reparas en que el misterio de la Trinidad era un balbuciente intento de explicar el amor -, tú sabes que, en estas circunstancias, es posible la trampa; posible y tentador, la trampa, sobre todo cuando intervienen los afectos.
            Puede llorarse con “El Embargo” o con la última página de “El Principito”, en el primer caso son nuestro buenos sentimientos los explotados por Gabriel y Galán; en el segundo, la muerte de un niño maravilloso creado por Saint Exupery hace que lloren todos los niños del mundo encerrados dentro de cada hombre; sólo en este segundo caso las lágrimas provienen de arte ajeno; sen “El Embargo” sucede un compungimiento propio hábilmente provocado. El dolor ante la muerte es nobilísimo sentimiento que no implica valor poético alguno.
            Tú no necesitas que ponga estos ejemplos para advertir que, cuando median los propios sentimientos, es posible que se disfracen de arte los afectos.
            Esta sala está llena de personas que te quieren y corremos el riesgo de ensalzar tus versos no por buenos sino por tuyos.
            No hemos caído en la trampa. Para la edición se previno una ascética perspectiva. Si fue el afecto quien dio a luz la idea, los poemas fueron seleccionados desoyendo la simpatía y obedeciendo criterios suficientemente despegados de la carne; la elección se hizo cerca del arte y lejos de ti.
            Tu lo sabes, pero nosotros necesitábamos saberlo de esta forma inequívoca que es decirlo.
            Y necesitamos decirlo porque queremos proclamar la bondad de tus versos desde el afecto, contemplar su belleza con el corazón.
            También tú contemplas ahora, oyes tus versos, los abarcas definitivamente como aquella catedral mirada la mismo tiempo desde fuera y desde dentro, compruebas que ellos te ataron con más fuerza que la de los enlaces electrónicos, entiende, ya , ya sin balbucir, que el amor otorga eternidad (1)
            T equivocabas, pues. Creías que eras tu menos importante que el árbol, la piedra o la leyenda cuando nos enseñaste a querer los caminos de El Paso. Frente a ellos te excluías. Tú mirabas a fuera y nosotros contigo. Hoy sabes que también estabas contemplando entonces, al mismo tiempo que el entorno, un paisaje interior. El árbol, la piedra o la leyenda nos conmovían(2), eran también aspectos de tu corazón; y ello en tal forma que, ante el paisaje y tu recuerdo, hoy no sabemos quién es quién(3).
            Hoy, sin haber muerto aún te entiendo casi definitivamente. Es bien sencillo: tus versos pertenecen al árbol, a la piedra y a la leyenda y con ellos y entre ellos, curan más que tu cuerpo,  porque, durante(4) tu cuerpo, el árbol, la piedra y la leyenda pertenecieron a tu corazón.
            Ahora, de una manera singular, árbol, piedra y leyenda te suscitan “desde Nambroque a la abismal Caldera” en un (5) libro cuyo acierto logran la cálida coherencia que con tus palabras alcanzaron los criterios de edición (papel, tipos, cortes, colores); la belleza tan hermana de los dibujos de Leal y Luis Capote; y esa tremenda suscitación de ti que hace Pedro Hernández en el prólogo, tu allí resucitado por su madura sabiduría, su elegancia sencilla, su amistad hecha cuidado delicado y cariñoso.
            Todas las criaturas de tu libro, letras, dibujos, formas, en tu nombre transitan hacia la gracia y la inocencia “y se aligeran para alzar el vuelo”(6), mientras tú estás ahí, y puedo hablar contigo; tú en segunda persona, yo en primera y en tercera este espíritu que, hecho carne, se llamó El Paso
            Qu puedo hablar contigo. No otra cosa es lo que quería decirle, hace unos días, a Rosario
                                               Luis Cobiella Cuevas

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(1). El amor que, padre, pusiste en tus poemas hijos, les otorga el espíritu de eternidad.
(2)’nos conmovían, sí, nos movían juntos
(3)”Sus versos... nos llevaban a las atinadas palabras del erudito crítico Pérez Minik, cuando al ofrecer una sesión panorámica de nuestra poesía, dice que parece inclinarse ‘hacia una inteligibilidad de la Naturaleza y del hombre como paisaje; y este paisaje lo mismo da que sea exterior que interior’. Pues a este paisaje y a este hombre quiso acercarnos con sus poemas Antonio Pino y Pedro Hernández en el prologo
(4) ‘durante, participio presente de durar, juntamente con su función adverbial común. La expresión ‘durante’ tu cuerpo tiene también valor de ablativo absoluto.
(5). Poema ‘Tú siempre’ Pág. 63
(6) poema ‘Soy, Pág. 79.



Aportación de Braulio Martín
- Profesor de EGB y amigo del autor-
A la presentación del libro: “Dándole vueltas al viento”
De Antonio Pino Pérez en El Paso el 26 de agosto de 1982

            Solo unas palabras, pocas, muy pocas; palabras que más bien van a ser dictadas por mi corazón que por el cerebro, palabras que quiero pronunciar en recuerdo y homenaje, sentido, sincero y emocionado, no solo del poeta Antonio Pino, sino más bien de Antonio Pino humano y del Antonio Pino patriota, de quien aprendí a amar a nuestro pueblo. Permitidme que rememore aquellos encuentros domingueros que nosotros teníamos, precisamente aquí, en el Monterrey, donde Antonio Pino me hablaba de sus problemas, de los problemas de su pueblo, de la historia de su pueblo, donde me leía y recitaba en primicia muchos de los versos que figuran en el libro que se ha de presentar esta tarde, otras veces, también de deleitaba recitando poemas como  los de Guillén, poeta que él conoció en la Haban, de Chamizo a quién solía llamar el tinajero de Camus, pero sobre todo, como ya ha dicho su hija, los poemas de sus poetas predilectos, Antonio Machado y yo voy a añadir otro: Tomás Morales.

            Yo recuerdo un día en que yo le contaba cuando vi en Londres la estatua de Horacio Nelson, lo que a mi me llamó la atención de ver aquélla estatua tan alta sobre un pedestal enorme, posiblemente alcanza el medio centenar de metros y pregunté: ¿por qué esto es tan alto? Y me contestaron: porque Nelson aún después de muerto tiene que estar  viendo el mar. Y entonces Antonio me contesta con ese temperamento fogoso que él tenía, ¡ Parece hasta mentira lo que han hecho con Tomás Morales !. Esos ingleses si que tienen sentido. ¿ Tu has visto la estatua que la tienen de espaldas al mar?.  Pues bien, esto me indica y abro un interrogante ¿ Serían sus poetas preferidos  Machado y Tomás Morales ?. Dejo sin contestar este interrogante porque yo quiero destacar, yo quiero decir unas palabras de este hombre que dedicó plenamente  su profesión al servicio de todos sus semejantes pero, sobre todo, a  los humildes y débiles económicamente.
            Me consta, porque se lo oí decir un día en que le hablaba y le decía: Antonio, tu estás cobrando unos honorarios irrisorios, esto tienes que aumentarlo. Me contesta: Mira Braulio, cuando me vienen a pagar los trabajo que realizo, y  cuando yo veo que el dinero que me traen está en distintas monedas de cien pesetas, de veinticinco pesetas..(voy a decirlo con las frases de él  “yo me quedaba pensando..., aquél dinero me quemaba en las manos, ¿sabes por que?. ¡PORQUE HABÍAN RASPADO LA JARRA!”. Como él decía.
            Pero, sobre todo, no solamente es esta dimensión humana, la de Antonio, sino la dimensión cívica, el cariño que Antonio tuvo por su isla,  pero sobre todo por su pueblo. A mi me consta y todos vosotros lo sabéis, no es ningún secreto, que los últimos años de su vida se los pasó luchando por recuperar el PATRIMONIO de NUESTRO PUEBLO que por ignorancia de unos y por habilidades de otros se había perdido.
            La última vez que hablé con Antonio, fue en la Clínica, en Santa Cruz de Tenerife; ya físicamente derrumbado, pero con su mente lúcida, con voz débil, nos pasamos todo el tiempo haciendo un esfuerzo. No hacía sino hablarme de aquel problema por el que luchó de esa forma tan leal y con una forma de entrega enorme, como hizo durante todos los años de su vida. Y... voy a terminar,  voy a terminar lanzando una idea y esta idea es que a nuestro hijo predilecto, que ya ha dado nombre a una calle por acuerdo de nuestro Ilustre Ayuntamiento, se le haga una estatua o algo parecido, pero que sea por suscripción popular. Que no sea por entidades oficiales y que se coloque en el sitio que sea, pero con una condición, que sería la que a él le hubiese gustado ¡MIRANDO HACIA EL NORTE!. Y nada más.


También intervinieron: Francisco Viñas, poeta palmero, que colaboró en la edición del libro con el centro de cultura popular canaria, del que era miembro.-Enfermero de profesión. MARIA ANGUSTIAS: que recitó uno de sus poemas”Desde Mambroquea la abismal Caldera” Y ANTONIO ABDO, Dramaturgo que recitó tres de sus poemas:
“Soy”.- “Viejo Molino de Viento”.- “Camino”

            Finalmente Juan Antonio Pino Capote, hijo del poeta dirigió unas breves palabras de agradecimiento.


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   Queridos amigos: Decimos amigos porque los que se interesen  por estas poesías son, en su mayoría amigos palmeros y/o admiradores de nuestro padre. Son muchas las personas que nos han pedido el libro, hace tiempo editado y agotado. El Ayuntamiento de su pueblo, a quién tanto sirvió, le hemos pedido una segunda edición que se difumina con aplazamientos  y promesas dudosas. Por eso lo ponemos a tu disposición por este maravilloso medió por el que a él le hubiese gustado que volaran sus poemas. El libro tiene derechos de autor, que en su ausencia son nuestros y tenemos la plena conciencia de que él hubiese disfrutado poniéndolo a la disposición de todos.



"DÁNDOLE VUELTAS AL VIENTO"
Antonio Pino Pérez
Selección de poesías
Editado  por el CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CANARIA
Primera edición agosto de 1982


PROLOGO-Pedro Hernández
         En las más o menos breves y precisas dimensiones de un prólogo, en este caso para un libro de versos de un vate palmero, Antonio Pino Pérez, tal vez me resulte difícil decir cuanto creo y pienso de este escritor amigo. Pero me complace el cometido de dar paso a un poético mundo que se nos muestra familiar, en el que es raro el tema que no aparece enmarcado en nuestros paisajes - de la isla o del alma- tiernamente coloreados de vida. No pretenderé, y claro está que sería vano el intento, hacer ni siquiera un somero estudio crítico de la obra de Antonio Pino. Pero sí exponer la creencia de que, al menos mientras haya almas sensibles y andariegas que transiten por los soñados caminos de Machado - y las habrá siempre- no faltará quien le recuerde. Y los que antologicen a los poetas de las islas no deben olvidarle.
         Nace Antonio Pino Pérez en El Paso, un bellísimo pueblo con título de ciudad, término éste que no me gusta emplear porque, cuando menos, me sugiere la idea de terquedad en las trasnochadas urbanizaciones que, por desgracia, ya ensucian algunos inaguantables panoramas de diversos lugares palmeros. El Paso es un encanto, un primoroso retazo de la Naturaleza, un regalo de Dios. En El Paso, metido en sus huertas, en sus jardines, en sus cumbres, integrado en la universal armonía de las cosas, el  hombre se siente otro hombre. Fueron estos idílicos parajes, su luz, su aire, lo que marcó desde su infancia y para siempre a Antonio Pino. En plena juventud, como tantos canarios, pensó que el mundo era algo más que la paz paradisíaca y la belleza cósmica y también la melancolía de una isla que el mar aprisiona. Se sintió con alas y voló. Anduvo por América y Europa. Conoció muchas gentes. Tuvo contactos con figuras preeminentes de las letras y de las ciencias. Supo lo que era el mundo, en el que vivió con una impetuosidad, con la fogosidad de sus años mozos. Volvió a la isla, su isla, porque era su destino. Auscultó el corazón de la tierra en que tenía sus raíces, y sintió de nuevo el latido de su corazón ilusionado de poeta. Tenía fe en él y en su energía- que a veces se le hacía generosa flexibilidad - para, sin doblegarse, vencer adversidades. Por entonces le conocí, y nuestro mutuo afecto se mantuvo invariable has su tránsito. Charlar con él de temas literarios era una delicia. Luchaba como un aventurado idealista en la defensa de intereses públicos, acaso soñando, fuera de la realidad circundante y viviente, en un mundo romántico que había de traer reivindicaciones, engañosas o no, pero en las que creyó firmemente. Tal vez eran sueños que él, al fin  poeta, pretendía vertebrar, para poder configurar realidades que nos acercaran a un mejor destino. Y ya no quiso apartarse nunca más de su vieja Benahoare.
         En el campo de las letras, no cesó de bregar. Sobre todo en la prensa diaria, firmando artículos con su nombre o con pseudónimo, en los que trató variados temas, principalmente relacionados con problemas insulares. Como poeta, su producción es importante. La recopilación hecha en este libro es sólo una muestra de su quehacer,  pues habrá que recobrar de entre sus papeles y de periódicos y revistas en que se hallan dispersas, otras composiciones que está ausentes en estas páginas. Y tampoco hay que olvidar que sólo dio a la publicidad una parte de lo escrito. En sus versos, rítmicos y sonoros, se encuentran perspectivas y cuadros psicológicos que pudiéramos encuadrar en las corrientes realistas de su primera época, a la que siguió fiel. Y él puede ser uno más para corroborar cuanto se nos ha dicho respecto a que "toda poesía hecha en Canarias estuvo sostenida por sus modelos españoles", si bien, ene este caso, habría que agregar, como matización de algo perceptible en algunos de sus trabajo, que el poeta vivió parte de su juventud en la América hispana, donde, en las postrimerías del XIX, domina el realismo que había imperado en la literatura narrativa francesa. La melodiosa fluidez, la sencillez y colorido, la vigorosa línea expresiva , sus cambiantes panoramas en los que la palabra se hace luz y sombra, sima o altura, pincelada de amor a nuestra tierra, visión emocional, vuelo sinfónico, su simplificación de temas, su técnica, que tal vez llamaríamos impresionista, todo puede contribuir a afirmarnos en la creencia de que Antonio Pino no pasará inadvertid, y figurará, de pleno derecho, entre los poetas de las islas. Aunque bien conocida es la costumbre de nuestros antologistas e historiadores de la literatura canaria, de eliminar en sus libros a los poetas palmeros. Que sepamos, sólo José Quintana, que en su interesante y amplia obra "96 poetas de las Islas Canarias" habla del gran valor que representa la aportación palmense, muy original en la poesía canaria, al acervo cultural isleño, no se olvida de citar a Antonio Pino, nuestro poeta.
         La poesía de Pino tiene derivaciones de la más relevante lírica canaria de su tiempo. En ella se perciben sonoras ráfagas que nos traen ecos de Gutiérrez Albelo. Es poesía humana, cuajada de ternura, alguna vez truncada por aletazos de los que se descubre, con insobornable firmeza, un anhelo de libertad. En el devenir de sus días, él, que vivía a compás de las viejas y de las novísimas oleadas poéticas, de los movimientos literarios y de las evoluciones creadoras, incluso más allá de los ámbitos nacionales, sintió y escribió con optimismo, sin pararse a pensar en "nuestra adversa circunstancia de marginación y aislamiento", citada por Sebastián de la Nuez en un magistral estudio sobre la poesía canaria contemporánea. ¿Pero es que existe para los poetas esa adversidad? El académico José María de Cossío habló una vez de la incuestionable vocación y valía poética y la españolidad de los hombres de nuestras islas. "Es una parcela de la sensibilidad española-decía- que en el campo de la poesía cobra proporciones extraordinarias por la cantidad y por la calidad". Y aun añadía que las alusiones geográficas o costumbristas de estos poetas  son "el medio de asomarse a lo universal". Alguien ha querido ver en los acentos intimistas de Pino unas señaladas limitaciones que no existen. Lógico es que, en la mayoría de los poetas canarios, prevalezca fundamentalmente, junto a las personales querencias, el tema de las islas, pero no pude negarse que ambas cosas son plenamente universales en sentimientos y calidades, aunque aliente y aniden en el "a-isla-miento" que nos señalara Unamuno. Las noches de rosas blancas que dejan un luminoso aroma sobre el alma, de que también hablara el maestro, se deshojaban para nuestro poeta, más que en el mar, tierra adentro, en las tardes doradas de Aridane, y en las cumbres y en las nubes de su vida isleña.

         En la sinfonía de sus poemas evocó al aurita mundo prehispánico, con sus moradores y sus héroes de leyenda, entre arboledas, tierras volcánicas y "cabocos". Penetró en lo que llamaríamos la primigenia y estoica filosofía de nuestros aborígenes, anhelando descubrir el alma de la raza. Vibraron las notas líricas en la percepción de los hechos históricos, en los cantos descriptivos de la geografía insular.  Todo lo entretejió de recuerdos nacidos de su mundo introspectivo, en el que oyó "el inefable rumor que sólo los poetas escuchan". Sus versos, más de una vez, nos llevaban a las atinadas palabras del erudito crítico Pérez Minik, cuando, al ofrecer una visión panorámica de nuestra poesía, dice que parece inclinarse "hacia una inteligibilidad de la Naturaleza y del hombre como paisaje; y a este paisaje y a este hombre queso acercarnos con sus poemas Antonio Pino, aunque a veces sintiera el desconsuelo de ver baldíos sus deseos. Pero él sabía lo que, un día, con exacta palabra, expresó García Cabrera: "Siempre pueden quedar soterradas parcelas de soledades, los entresijos sordomudos de su intimidad, a los que todavía no han podido poner a flote los signos del lenguaje". Peregrino de sueños y artífice de palabras, las emplea con grácil elegancia, con la armonía rubeniana de que sabe mirar  al propio tiempo a la tierra y al cielo. Padrón Acosta escribe de un antiguo vate palmero, que era "lírico adorador de todo lo que su isla encierra", y en él priva "el amor a lo brillante, que tanto caracteriza a los hijos de La Palma. Lo mismo puede aducirse respecto a Pino, aunque ya no se enciendan, como entonces, las bengalas de la retórica del ochocientos, y alguna vez sus rumbos le inclinen hacia nuevas formas innovadoras que le atraen.
         Ignacio Aldecoa nos dijo que llegar a La Palma era tocar la linde del paraíso. Y nos recordó que "la isla se llama de San Miguel de La Palma. Nombre de arcángel combatiente y nombre de planta del paraíso". Antonio Pino no lo olvidó nunca. Combatió y cantó. Su temperamento, a veces impetuoso, solía deshacerse en la elegancia alada de sus declamaciones, en las que revelaba las torturas de su espíritu o la serenidad que le conformaba y elevaba. Los que bien le conocimos sabemos del cabal retrato que hizo de sí mismo en su bello soneto "Soy".
Remozador de valores humanos , en confusos días de incontrolables exaltaciones públicas, supo contener los desbordamientos con su palabra, y recobrar la paz. En la paz cultivó con gran cariño, como el poeta del Caribe, la rosa blanca de la amistad sincera. Y volvieron a nacer sus poemas con hálitos campestres, frescura de altas cubres, fragante aroma de égloga, blancas caricias de brumas y de brisas, nieve de almendros y sombra de pinares; mientras, más alejados de los temas cotidianos, brotaban otros que despiertan hondas meditaciones y se alzan en sutiles imágenes. Ya no hay temor de que se pierda en los dédalos incomprensibles de abstractas ideas, pues sólo piensa en valores trascendentes, de los que pueden dar sentía a una vida. Esta temática lo eleva en sus alientos místicos y en su fe. Y fulge en los versos, con desnuda piedad, su religioso espíritu.
         Los años fueron aminorando energías, depurando lirismos, difuminando estampas de otros días. Llegó el dolor con su cortejo de signos misteriosos. Se sentía el poeta en su vital plenitud, cuando pronto vio como, irremediablemente, la vida se le iba. Y nos dijo adiós, en unos versos. El acorde final. Pero ya no eran aquellos tornasolados endecasílabos de ayr, sino otros de serena amargura, de resignada conformidad, de cristiano y definitivo balance. La idea de la muerte le enturbia las palabras, si bien sigue lúcido y alto el pensamiento:

Examina paciente cuanto hiciste,
Cuanto no hiciste y pudiste hacer,
Y mesúrate bien en lo que fuiste
Porque hacia atrás ya no podrás volver.

Prepárate a morir...Muere sin pena
Si tu deber has cumplido al pasar,
Y de entregas y amores está llena
Esa vida fugaz que va a expirar.

         Ahora, Rosario, hija del poeta, inteligente, buena, que sigue adorando y admirando a su padre, ha recogido una parte del hermoso legado que a todos nos  dejó, y se ha dispuesto a publicar el libro que tienes en tus manos. A ella le debo el grato encargo, que sólo justifica la amistad, de prologarlo. Adéntrate en sus páginas, lector, y serás uno más en creer que nunca faltarán estos versos, y que sustenten, con auríferos soportes, la noble arquitectura de sus estrofas.
PEDRO HERNÁNDEZ



AQUELLA PIEDRA

Aquella piedra por la mar bañada
Que exacta un corazón reproducía
Por ver si palpitaba todavía
La arranque de la espuma nacarada.

La saqué con mi mano emocionada
Y en su calor de nido la tenía,
La apreté y la ausculté por si vivía
Convenciéndome, al fin, que no era nada.

Una piedra, juguete de las olas,
Que un corazón humano repetía
En las furias del mar por siempre solas.

Un pedazo de muerte desolado
Que el mar piadoso por piedad mecía
Meciendo un corazón petrificado.

1940

     SAN MIGUEL DE LA PALMA

Isla, roca del mar con vocación de alturas,
grito el más atrevido de la Atlántida muerta,
explosión submarina y maravilla abierta
camino de los cielos a todas la aventuras.

Navegas por los mares con regias vestiduras,
centinela de España, siempre firme y alerta,
con tus ígneos volcanes, de montañas cubierta
donde alumbran las nieves celestiales blancuras

Tus entrañas de fuego rebosando erupciones
tatuaron en tus carnes los ríos de la muerte
en un salvaje rito de purificaciones.

Y desde entonces, Isla, por fuego redimida,
creces como atalaya, como el bastión más fuerte
buscando los eternos caminos de la vida.

A LA CALDERA
                                                                                                A Dionisio Ridruejo, cantor del Teide.
                                                                                               Un aspirante a cantor de La Caldera.

Este abismo de fuego desmedido
Es la entraña salvaje de mi tierra,
Donde el silencio imperturbable encierra
La grandeza de Echeyde en el olvido.

De su gloria materna fue vertido...
-materias ígneas en fecunda guerra-.
La llamada del vértigo que aterra
Sólo invocando a Dios tiene sentido.

En la nave encallada de Canarias
el Padre Teide, grímpola de alturas,
es el palo mayor de las plegarias

y Aceró... Tanausú...fraguas benditas..
¿Sagrario de una raza que perdura
purificando ofrendas benahoaritas!

   EG0LATRÍA

Para mi lo más bello que existe
es tu risa, tus ojos, tu vida
y es tu imagen en mi alma prendida
una lumbre de amor suave y triste

Demasiado bonita naciste
y de otro hombre no serás querida;
serás mía, ilusión perseguida
flor carnal que entre flores creciste.

Es mi amor tan inmenso y sincero
que en mis sueños te llamo ya mía
y en mi vida te siento y te espero.

Para nadie será tu hermosura:
De pesar yo sin ti moriría
Pues te quiero, mujer con locura...

A LA MADRE DEL PINO

Providencial Señora Providente,
en la entraña del Pino aparecida
para guía y amparo del creyente
desde los altos cielos descendida.

Por donde alumbra al Valle el sol naciente
la alumbras tú también, sol de la vida,
pero tu luz alumbra eternamente
en lámparas celestes encendida.

Tu vives y tu estás en las alturas
entre los pinos que te dan altares,
bendiciendo este valle de amarguras.

Tu casa es templo forestal de El Pino,
del Pino que compendia los pinares,
¡centinela de Dios en el camino!


OTRA VEZ LOS ALMENDROS FLORECEN

Primavera en invierno, amanecen
bajo el viento, la lluvia y el fío...
¡Otra vez los almendros florecen!
¡Luminaria del cielo, Dios mío!

Un mensaje celeste cuajaron
sus abiertas corolas de espuma,
y al crecer, por creyentes, llamaron
con su fresca sonrisa de bruma.

En el blanco de un sueño encantado
-luz astral de un matiz increíble-
han abierto el milagro esperado
que florece en pureza indecible.

O en un rosa discreto de amores
con la sangre en la tierra vertida,
resucitan la muerte sus flores
derrochando fulgores de vida.

Su belleza esplendente atesora
el secreto del fuego escondido,
y el amor silencioso que aflora
en su beso de paz encendido

nos devuelve otra vez la ventura
con su dulce y profunda fragancia,
despertando sutil la ternura
que embriagó nuestros sueños de infancia...

Y en perenne incentivo de alertas
con sus risas fugaces nos llaman,
y al lucir y al brillar tan abiertas,
sin decirlo, lo dicen, nos aman.

Porque alumbran la noche , y al día
nuevas luces le dan sus colores
Dios bendiga la casta alegría
con que al mundo esclarecen sus flores.

¡Otra vez los almendros florecen
bajo el viento, la lluvia y el frío,
y nevados de paz amanecen
en las noches del alma, Dios mío!


CASTILLO DE MADERA

Castillo de madera que comprendes
al puerto que medita sus historias,
mientras sueña embarcarse en nuevas glorias
esa nave de piedra que defiendes.

En luminaria del pasado enciendes
la mecha que propala tus victorias
y así, al perpetuar viejas memorias,
al porvenir tu poderío extiendes.

Castillo espiritual de mis mayores
esculpido con besos de esperanza,
baluarte de sus íntimos fervores,

defiéndenos del mal que nos alcanza
con tus cañones que le arrojan flores
a nuestra Madre con filial confianza.

Castillo de madera consagrado
a perpetuar gloriosas tradiciones,
con almenas de tabla y con cañones
que a la madre de Dios sólo han cantado.

Castillo de madera, levantado
en un pregón de ardientes oraciones
para encender la fe en los corazones
y luchar con la muerte del pecado

Yo sé que tus cañones este día
si desatan en salvas estruendosas
su infantil y potente algarabía

rompiendo un lustro de horas silenciosas,
es porque llega a ti la Madre mía
la Virgen de las Nieves milagrosa.

NO ESTAS SOLA
                   I
No estás sola en el bosque de pinos
que circundan de verde el Santuario,
que yo he visto llegar peregrinos
a tu templo de luz solitario.

En la ruta de tantos destino
se despierta un fervor legendario,
donde oí de las aves los trinos
y a mi madre rezando el Rosario...

No estás sola, Señora, la brisa,
cuando baja a besar tu belleza,
se atropella cayendo de prisa

en flotantes cascadas de bruma,
esparciendo frente a tu pureza
impalpables sonrisas de espuma...

                   II
No estás sol, mi Virgen morena,
en la cumbre sirviendo de guía
a este pueblo creyente que llena
tu Santuario de fe alegría

Que una madre te invocó en su pena
de mortal y terrible agonía,
y algún triste al romper su condena
yo lo vi que a buscarte subía

Y presiento las almas perdidas
restañando sus viejas heridas
en tu santa virtud misteriosa...

No estás sola, Señora del cielo,...
¡que las aves suspenden el vuelo!
Por cantarte con voz melodiosa!

MESAJERA LA BRISA

Alas blancas tendidas en la prisa del vuelo
que portáis un mensaje de los mares del cielo,

detened vuestros juegos en la cumbre cimera
porque una voz de alturas nuestras almas espera...

Desbordado rebaño de corderos de bruma
que en la lluvia fundidos se volvieron de espuma,

para ungir a los brezos con su fresca delicia
y envolver a los pinos en la blanda caricia

de los besos sin huellas y las risas andantes
que, volando, vinieron de regiones distantes...

Haz un lecho mullido con tus plumas ligeras
 para que en él descansen las muertas primaveras,

y quédate en los sueños que alumbraran la vida,
pues tú los resucitas de la ilusión perdida.

Danos paz y consuelo con tu alada ventura
que nos trae canciones de los mares de altura...

Y dale a los almendros cuajados de rubores
las albas trasparencias que sueñan sus flores.

Que siempre vuelva y venga mensajera la brisa
y en su blonda opulencia fulgure una sonrisa...

Que en su manto de nubes de la cumbre colgado
viene envuelto el misterio del milagro esperado...

Son frescas ilusiones de nuevo desatadas,
Son nuestras esperanzas, arriba en oleadas,

que caen y no caen y pasan sin pasar,
son alas inocentes que vuelan sin volar...

Con plumas de los ángeles hicieron sus ropajes
que a veces se desflecan riñendo en los ramajes.

Se embarcan el los vientos en su fugaz huída
y se van como vienen sin una despedida.

En el invierno cantan, en el otoño rezan,
en el verano ríen y en primavera besan.

Unas veces son blancas, con blancuras de armiño,
con la clara de los sueños de un niño.

Otras veces naranja, de un naranja encendido
que se alumbra en las glorias de un ocaso vencido.

Y en las tardes de invierno, con sus pardos sayales,
retadoras avanzan con sus furias triunfales.

Muchas veces son grises en la gris lejanía,
y esclarecen y alumbran en las luces del día.

Pero siempre son bellas, con sus olas fragantes,
femeninas, lujosas, con sus ondas cambiantes,

cuando suben o bajan, cuando riñen o juegan,
cuando cantan o rezan, cuando huyen o llegan,

que son rosas del cielo embriagadas de brumas
que besaron las almas con sonrisas de plumas.

Y en la angustia y el llanto y en la cruz del tormento
un mensaje dijeron al pasar en el viento

que hizo luz en las sombras... y en las noches oscuras
arroparon con nieblas a las muertas venturas;

que un sudario piadoso a la tarde le ofrecen,
y en los amaneceres nuevamente florecen;

que si nacen o mueren fulgen siempre rientes,
que son rosas del cielo...¡ y son rosas creyentes!
1958
                                   ***
 
  LLAMADA PRIMAVERAL

Primavera que traes lo soñado
derrochando esperanza y paz bendita,
dame el beso en mis ansias esperado,
haz nacer la canción que en mí se agita.

Arráncame este ritmo atormentado
que en mi entraña recóndita palpita,
y espera en lo indecible y lo increado
la fuerza de tu amor que resucita.

Quisiera derramarme en explosiones
como tú te derramas conmovida
por renacer a nuevas floraciones,

que necesito en tu alentar fundirme
por darme todo entregas a la vida
y en tus milagros hacia Dios abrirme.
1962

                 ACERÓ

El vértigo, el abismo y el desierto
te dieron su belleza conjugada,
y como un mundo hacia otro mundo abierto
brotabas de la entraña desgarrada.

Sobre las rocas de tu grito muerto
la vida se hizo bosque enamorada.
Y Dios, para arrancarte de lo incierto
te regaló la luz de una mirada.

El milagro que expanden tus vertientes
se conjuga en azules trasparentes
por el sueño y la luz de cada día,

mientras tus cumbres, remontando el vuelo,
se funden y confunden con el cielo
en los misterios de la lejanía...
1955

   AMANECER EN LA CALDERA
                                                        A Miguel Jurado Serrano
                                                                                                  con luces de amistad
                            I
         Las sombras huyen, y la luz que viene
         lo envuelve todo en claridad inefable,
cuando pinta en la selva impenetrable
el milagro de amor que la sostiene.

Juega en las ramas, y su juego tiene
caprichos de una danza inimitable:
es etérea y fugaz, es impalpable
porque en nada que pesa se detiene.

Estas luces que alumbran ideales
en las ramas, son almas transparentes,
mensajeras de amores inmortales

que llegan desde Dios esclarecidas
a despertar los sueños inocentes
en el embrujo incierto de las vidas.

                     II

Y baña de prestigio los pinares...
Y las rocas se cubren de quimera
porque reina la dulce Primavera
colgada en los abismos estelares.

Aquí olvidé el dolor de mis pesares
ante la excelsitud de la Caldera:
el sueño luminoso que se espera
el agua que musita con cantares.

Y que más corazón que la belleza
embriagada de luz a borbotones
y derramada aquí por su grandeza

en incesante riada de colores,
para vestir de fe las ilusiones
y alumbrar nuestras ansias de fulgores...

                  III

La gloria de este día que florece
en desvelada soledad medita,
y hay algo indescifrable que palpita
en una luz de alertas que amanece...

¡La Raza muerta!...perdonad que rece
en la cueva esparcida en que dormita...
porque yo sé que no se fue, que habita
esta mansión, y en ella permanece...

Que Aceró es Camposanto benahorita
Donde duerme el silencio eternidades
Que viven en la luz que resucita.

Y no turbéis su sueño, que es locura
profanar tan excelsas cualidades
con sombras de pecado y desventura

1957

            LA CALDERA
                   I
            EL RISCO LISO
Aquí, por este risco levantado
Del abismo subimos rumbo al cielo,
Pues llegó hasta las nubes, consagrado
Para ensayar al porvenir el vuelo.

Por el fuego fundido y aventado
cuajó en las rocas su entrañable anhelo,
y se miró y se ve siempre abismado
como un coloso en permanente duelo.

Las aguas de la lluvia lo rayaron
los vientos le arrancaron sus canciones
y las nubes celestes lo arroparon.

Pero él, firme, impasible, hondo y austero,
espera a lucir verdes ilusiones
cuando llegue su tiempo venidero...
                     
                       II

      POR EL RISCO LISO

Tú que fuiste risquero y resabido
cazador de las luces estrenadas,
del paisaje cambiante y escondido
oculto en las pendientes desriscadas...

Tú, que esperaste al sol recién nacido
asomarse a las cumbres desflecadas,
para mirarlo con el ojo ardido
derramarse en las tardes incendiadas.

Tú que viste las nubes volanderas
ascender y bajar, ir y volver,
entretejiendo el cielo de quimeras...

Dime qué buscas y en qué norte esperas
hallar el sueño que quisiste ser
buscando en las eternas primaveras.

                   III

      DENTRO DEL RISCO

Y riscos... sólo riscos. La isla entera
enriscada a los cielos se nos fue,
señalando la vida verdadera
tras la última duda de un porqué.

En el grito de Idafe en la Caldera
que, lanzado a los aires, no se ve,
palpita toda nuestra inquieta espera
en la esperanza que alumbró la fe.

Quisiera que esta roca, que es mi tierra,
revuelta y trastocada en convulsiones,
nos diera el agua que su entraña encierra,

el agua viva, purificadora,
que lave nuestras manchas y traiciones
y nos sacie la sed que nos devora...

1964

MADRE DE LOS EMIGRANTES

Luminosa Señora del camino:
norte y guía del triste caminante
que pasó por tu bosque, peregrino,
rumbo a lo incierto de un país distante...

Orientas desde el Templo de tu Pino
la incertidumbre del dolor errante
para infundirle, con fervor divino,
una verde esperanza al caminante.

Lo sigues protectora en sus andanzas
por el mar de la vida con desvelos
acallando recuerdos y esperanzas...

Y al retornar de lejos vencedores
les sonríe tu risa de los cielos
mientras ellos bendicen tus amores
1958



LA FUENTE DEL PINO

Ya no bullen canciones de alegría
las cristalinas aguas de la fuente,
espejo de Acerina, que fluía
para copiar las rosas de su frente.

Hoy llora entre lamentos de agonía
una furtiva lágrima doliente,
para lavar aquella cobardía
con la raza inmolada por valiente.

El dolor que diluye su corriente
para contarnos el pesar que siente,
brota en la roca por la herida abierta.

Y en un clamor sus aguas angustiadas
rezan a Dios, al verse liberadas,
una plegaria por la raza muerta.

1946

      EN AGRAZ

No estaba ni completa ni acabada,
apenas si empezaba a florecer.
Todavía más niña que mujer
y estaba, sin embargo, terminada.

Juega con otras niñas alocada
sin recatarse de su amanecer...
Se asoma a los abismos del placer
con luces de inocencia en la mirada

Siente en si misma un hondo despertar,
un ansia indefinida de llorar
que la torna confusa y pensativa...

Sueña sueños de luz... unos amores
y estrena una sonrisa de rubores
para soñar mejor huyendo esquiva.



    CAMINO

Camino llévame al puerto
de donde vienes o vas.
Camino, camino abierto
que en todas partes estás.

Tendido al futuro incierto
tan alargado hacia atrás,
camino viejo y desierto.
¿Adónde me llevarás?

Siempre nos dices ¡jamás!
siempre llevando o trayendo,
siempre pasando y volviendo,
siempre adelante y atrás...

Y sólo anhelas llegar
para volver a partir,
y solo sabes seguir
para volver a pasar.

Camino viejo, el destino
Te empuja, vienes o vas,
Y en todas partes estás
De todas partes camino.

Huellas de generaciones
grabadas en tu andadura
pregonan su desventura
en polvo de humillaciones.

Y es tu andar y desandar
como una cinta sin fin
que en su impasible trajín
sólo le importa llegar.

Triunfal o fatal destino...
tú siempre vienes o vas
y en todas partes estás
de todas partes camino.

  RECUERDO MIO

Tengo un recuerdo escondido
que no lo cambio por nada,
y es de tu risa alocada
aquel encanto perdido.
Aquel perfume de ayeres
que ya no puedo volver,
aquel reír sin querer
que se llevó mis quereres.
Tu dulce inocencia buena
que perfumó mi ternura,
tu risa tan clara y pura
que de luz tuya me llena.
Las palabras de confianza
que de luz tuya me llena.
Las palabras de confianza
que en el viento se perdieron,
las inconstancias que fueron
un firme pacto de alianza,
transparencia de alegría
que en los nublados me asiste.
Juego infantil, que persiste
para jugar todavía...
travesuras que tenías
y con tu experiencia huyeron...
¡Risas blancas que murieron
y en el recuerdo son mías!

    LUZ EN LA SOMBRA
        A Manuel R. Quintero, amigo mío.

Aquel rayo de sol desvanecido
que alumbra tus ansias y desvelos,
penetró en los rincones del olvido
para traerte, con su luz, consuelos.

No estaba tan secreto y escondido
el hallazgo del Arte a tus anhelos,
pues pudo al fin el objetivo herido
del gran enigma desgarrar los velos.

Siempre la luz en la lucha con la sombra
te va mostrando con temblor incierto
el oscuro rincón que nadie nombra,

pues tú que sabes escalar alturas,
sobre la noche que te apaga el puerto
navegas superando las negruras...
1955

       SILENCIO

Nunca tuve palabras con que amarte
ni promesas, ni risas, ni canciones,
pues sólo tuve un mundo de emociones
y un placer infinito al recordarte.

Yo sentía en el alma, al contemplarte,
la tristeza angustiosa de no verte,
de dormirme en la noche... de perderte
sin haber acabado de mirarte.

Y un día nos perdimos, sin saberlo
en el tiempo... no supe conocerlo...
¡deshojaba el olvido mis dolores!

Hoy, recordando lo que nunca llega,
mi alma en la noche misteriosa ruega
y llora en soledad muertos amores.


   SE FUE DOMINGO
               En la muerte del poeta
              Domingo Acosta Guión.

De ritmos y armonías todo lleno
la hora se cumplió de su partida,
y se marchó soñando y hondo y bueno,
sin la caricia de una despedida.

Silencioso de afanes y sereno,
buscando siempre la inmortal medida
pasaba deshojando dulce y pleno
el dolor indecible de su vida...

Domingo, el gran cronista de La Palma,
festivo como el día de su nombre,
se nos dio todo entero en cuerpo y alma.

Y al no poder decir lo más sentido,
amargo y torturado y triste el hombre
se fue a cantarlo en lo desconocido.
1959

DEL DESIERTO A LA SELVA
A D. José Miralbés Marco, con afecto y gratitud

                                       I
Arriba, donde el cielo se confunde
 con el gris de la tierra desolada,
y Bidigoyo entre las nubes hunde
su cabeza volcánica apagada.

Donde posan las nieblas compasivas
arropando desnudos arenales,
donde vuelan las aves fugitivas
huyendo de de los duelos invernales.

Arriba, en las alturas ambiciosas
en los caminos de la Eternidad,
junto a humeantes ruinas silenciosas
y en el imperio de la soledad...

Arriba, en el desierto encubridor
de graznidos de cuervos y corujas
que vieron en las noches con pavor
el medroso aquelarre de las brujas.

En lo más alto de la Cumbre Vieja
que era paso obligado de viajeros,
donde aún se escucha la inmortal conseja
que dictaron los viejos agoreros.

Arriba, entre ruinosos matorrales,
lava revuelta  y piedra calcinada...
Arriba, entre los mustios helechales
por la mano del hombre fue plantada

en jornada febril y agotadora
la selva..., la oración de los pinares,
por donde un pueblo que es creyente implora
y sube a las regiones estelares.
                 
                        II

Allí solo crecía el pobre helecho
sobre un oasis de la arena obscura,
y algún brezo luchaba contrahecho
robándole consuelos de verdura.

Caminos polvorientos, arenales
atormentados bajo un sol de alturas,
que ciega con sus luces las visuales
y acaricia con rojas quemaduras.

Allí es donde unos hombres concibieron
fecundar los estériles eriales,
 y con la tierra negra se fundieron
 para arrancarle gritos forestales.

La lucha fue tenaz y fue porfiada,
pero allí estaban hombres de tesón,
que nunca han vuelto atrás con la mirada
ni jamás traicionaron su misión.

Firmes estaban los héroes sin nombre
en lucha con la tierra virginal
que se entregó al quehacer del hombre
abriéndole su entraña maternal...



                     III
Calor o frío. Las arenas muertas.
La brisa juguetona, el huracán.
Planicies desoladas y desiertas.
Y la fe en lo más alto del volcán.

Se arrojaron semillas por el suelo.
Los pinos se trajeron y plantaron...
No quiso darles su favor el cielo
y el estío y los vientos los secaron.

Pero no cede el hombre, no claudica.
Tiene temple y firmeza y tozudez:
El cetro de la tierra no se abdica;
los pinos vestirán su desnudez...

Y a la lucha de nuevo con más brío,
a sembrar y plantar con fe creciente:
contra el viento y el sol y contra el frío
arrojaba en los yermos la simiente.

Los grajos devoraban los sembrados,
sepultan las arenas arbolitos...
Otros  murieron bajo el sol quemados
y algunos por el viento están marchitos.

Pero no importa: -Sembraré incansable.
La voz del sembrador gritaba alerta.
-Yo sueño con un bosque impenetrable
sobre esta tierra desolada y muerta.

Y con el alma estremecida, inquieta,
nuevos procedimientos se idearon
hasta el hallazgo del hoyo poceta...
La cuna en que los pinos se salvaron.

-¡Adelante! Si abajo desconfían
y dudan y murmuran y critican,
los de aquí arriba, porque en Dios confían,
estas muertas arenas resucitan.

Y a la fuerza de trabajo y de constancia,
el pinar en la tierra está arraigado.
Ya se perciba la sutil fragancia
del primer arbolito perfumado

                      IV

Ya crecen por doquier de mil maneras.
Continúa la ruda plantación.
Y saludan las nuevas primaveras
sus verdes de esperanza y redención...

Y pueblan ya las aves de aves de alegría
la espesura gozosa de los pinos,
deshaciendo en raudales de armonía
la dulce melodía de sus trinos.

Ya está logrado el forestal empeño,
la prodigiosa, la soñada selva
de la que el hombre fue su autor y es dueño
hasta que Dios en su poder resuelva

el final providente que le espera...
Si sepultó en desiertos arenales
la selva natural que aquí existiera
con el poder febril de sus volcanes,

puede algún día devorar con fuego,
la victoriosa gloria forestal,
por Bidigoyo, ese gigante ciego,
indiferente y mudo al bien y al mal...

Y anota en tu memoria, caminante:
Siempre la tierra se ha entregado al fuerte,
y por ser madre, con amor gigante
engendra vida de su propia muerte.

·          (Composición escrita en 1948, en el Refugio de la Cumbre Vieja, con motivo de haberse realizado una importante repoblación forestal.)


           TU SIEMPRE

Desde Nambroque a la abismal Caldera
volcanes en cadena te llamaron,
y los montes erguidos en espera
a tu trono celeste aguzaron.

Y por ser nuestra Madre verdadera,
las madres de este valle te aclamaron:
te ven sobre esa inmensa cordillera
sonriendo a los hijos que te amaron.

Tú siempre descendiendo y descendida
en las nueves del cielo volanderas
de los duelos del mundo conmovida...

Tú siempre entre volcanes, ígneo amor
que abre rosas a eternas primaveras
nacidas entre espinas de dolor.


Tú siempre en el pino de los pinos
que compendia el pinar de los pinares,
en los bosques que bajan a los mares
y en la cumbre de todos los caminos.

Tú siempre intercesora en los destinos
infundiendo consuelo a los pesares.
Tú siempre en oraciones y cantares
que brotan de los labios peregrinos.

Tú siempre en verdes altos de esperanza
llamando a las alturas tu Pureza
con la fe viva que hasta Dios alcanza.

Tú siempre en nuestra noche desolada
presente en las angustias del que reza
para mandar al cielo su llamada.


                                                 PUERTO DE TAZACORTE   
I
Triangulo en el mar sentado
 bajo el abrazo del Time
donde el barranco te oprime
descarnando tu costado.

Por las olas azotado
con agua el mar te redime
mientras tu pasado gime
glorias del Puerto olvidado.

El muelle es nuevo y ya en ruinas:
rompen las marinas
el escollo a su corriente,

mientras las cuevas colgadas
están arriba asomadas
sobre la roca saliente.

                 II

Casas pobres, asombradas
por el Time dominante,
que en amenaza insultante
está lanzando pedradas.

Casas al mar entregadas
en una ofrenda constante
sobre el barranco inquietante
con sus aguas despeñadas...

Te constriñen amarguras
 triangulares desventuras
sepultan tus flores mustias.

A lo alto miras y esperas,
 y ve entre plataneras
la Virgen de las Angustias
    
               III

En ti acaba la Caldera
que se vacía en el mar,
en ti la vida es espera
que se ha marchado a pescar.

Cada nueva primavera
te besa para soñar.
¡No se por qué en tu rivera
yo me quisiera embarcar...!

Por el sueño que viví,
partir muy lejos de aquí
en una frágil barquilla.

Y traerte la ilusión
que se fue a San Borondón
sobre la encantada quilla

1955

     POBREZA

Puerto de la puerta abierta
cansado ya de esperar,
ni siquiera estás alerta:
toda tu prisa es bogar.

Está la mar tan desierta 
que sólo sabes llorar,
y por esa mar despierta
nadie te viene a buscar...

Marineros pescadores
 pescados por la pobreza
pescan del mar sus rigores,
y en un rincón olvidado
flota un halo de tristeza
sobre un velamen arriado.




    DEL RECUERDO

No ves que ya no cantan alegrías
 alondras a la luz madrugadoras.
No le pidas al arpa sinfonías
 que vuelvan del pasado que hoy añoras.

Lo pasado pasó, y están vacías
de ilusiones, de amor, mis largas horas,
no brotan sino triste melodías
del silencioso corazón que adoras...

Un manto de quietudes nos envuelve
para la espera lenta y angustiosa
que al porvenir eterno nos devuelve.

No cantes inconsciencias recordadas
en esta tarde inmensa y ambiciosa
en que andamos las últimas jornadas...

EL MANTO DE LA VIRGEN

La reina de los pinares
tiene un manto de esperanza
extendido hacia los mares
que hasta los cielos alcanza...
¡La virgen de los pinares!

Lo bordaron angelitos
con hilos de luz y estrellas
y en sus pliegues infinitos
recrearon las rosas bellas
sus colores inmarchitos.

La Madre buena del monte,
en el milagro del Pino
que domina el horizonte,
está guardando el camina,
la Virgen santa del monte.

María de las Alturas,
envuélvenos  en tu manto,
arriba en las espesuras
del monte-retablo santo-
pregón de eternas venturas.

¡Madre de los Campesinos!,
¡Señora de leñadores!
alumbra en los verdes pinos
con incendiados amores
nuestros inciertos caminos...

Llévanos a tus altares,
a tus alturas benditas,
y esconde nuestros pesares
en ese manto que agitas
entre los verdes pinares

1948

BRISA EN LA CUMBRE
Para A. Gómez Felipe, cordialmente.

En la quieta molicie de la tarde infinita
me llamaron las rosas de las nubes volantes,
la cascada de bruma de los vientos reinantes
que regaron la tierra con la lluvia bendita.

Bidigoyo y Behenauno, los eternos puntales,
Limitaron el río de la brisa impetuosa,
Que por toda la cumbre-mar de nubes- rebosa,
Cual la comba de gloria de los arcos triunfales.

Va cayendo en vellones de blancura celeste
Con la gracia increíble de promesas aladas;
Tiene todo el encanto de las cimas nevadas,
Trae todas las furias de los vientos del Este.

Va cayendo y no cae... en riada incesante,
llega en lenguas de nubes al Santuario del Pino,
y lo besa y lo envuelve en fugaz torbellino
que se eleva a los cielos en la tarde inquietante.

Cataratas de espuma de los mares del cielo
perfumadas de lluvia y alocadas al viento,
os lleváis el mensaje del mejor pensamiento
y pasáis como sombras en el triunfo del vuelo.

Alumbráis con ensueños de blancura indecible,
como rayos de luna de las fuentes astrales,
y caéis con fulgores de luces siderales
en sonrisa de brumas de belleza increíble...

En la brisa despierta, que amanece en las vidas,
-agitada, revuelta, cantarina, soñada-
la hemos visto en las flores del almendro cuajada
y en las blancas mejillas de rubor encendidas.

Yo la he visto en las noches de mi vida andariega
luminosa cayendo sobre el Valle dormido,
y cantar en los árboles el vibrante alarido
de una fuerza sin nombre que de lejos nos llega.

Bienhechora del Valle, curandera de alturas
que en los mares ahogas impurezas de males...
¡Yo quisiera embarcarme en tus fuerzas vitales
y embrujar en tus nieblas mis soñadas locuras!

Y sentir la caricia de tus plumas ligeras
y el concierto solemne de tus músicas rudas
que llevaron las hojas de tus ramas desnudas
y los pétalos muertos de las rosas postreras...

1949

PLEGARIA DEL CAMPESINO
            ( Fragmento de "El Reinado Eterno)

Soy un pobre campesino...
no tengo palabras bellas
para contar mis querellas
a tu corazón divino...
Pero hacia Ti me encamino
con una oración ferviente,
cual un viejo penitente
que, aunque de torpes maneras,
sabe bien que tú lo esperas,
esperanza del creyente.

Tú me diste paz, consuelo,
un hogar sin inquietudes
y perfumadas virtudes
que embalsamaron mi anhelo...
Cuando contemplé ese cielo
siempre admiré tu grandeza
y bendije mi pobreza
obedeciendo tus leyes...
Fui más grande que los Reyes
sintiendo Tu Realeza

Luchando con alegría
tuve fe, Señor clemente,
cuando arroje la simiente
que por tu amor brotaría,
y en un milagro nacía,
y en otro en frutos cuajaba,
y agradecido rezaba
a tu bondad infinita
por la cosecha bendita
que mis esfuerzos premiaba.

Cuando herido de traiciones
sentí sangrar mis heridas,
cuando en las horas temidas
me acosaron las pasiones,
recordé las oraciones
que mi madre me inculcó
y de nuevo a Ti volvió
mi espiritual sencillez
con esa grave honradez
que esta tierra me enseño.

Sobre la tierra curvado
-profunda interrogación-
yo escribí tu religión
con los surcos de mi arado...
Y sepulté mi pecado,
mal cizaña en mi nacida
junto a simiente escogida
que con mi sudor regaba
y con dolor enterraba
porque eran mi propia vida.

Señor, yo quisiera darte,
ya que a mi pueblo le das
tu nombre que vale más
que cuanto pueda ofrendarte,...
algo que pueda  agradarte
como una inmensa oración
donde te implore perdón
fundido en eterno abrazo
todo este pueblo de El Paso
del Sagrado Corazón...

Mas, soy tan pobre, Señor,
que de nada al fin soy dueño
porque hasta tuyo es el sueño
que mitiga mi dolor,
tuyo el prodigio de amor
que en mis noches amanece,
y el milagro que florece
luz de tus ojos abiertos
en los almendros despiertos
donde tu luz esclarece.

Nada tengo que ofrecerte
como no sea obediencia,
y ante el temor de ofenderte,
servirte y obedecerte
para tu gracia esperar...
Y mientras viva, rezar,
 pedirte a voces perdón
y entregarte el corazón,
lo más que te puedo dar.

1949

    PLENITUD

Es mediodía. El pleamar te llena
y tú sabes, con toda exactitud,
que has llevado a la muerte que serena
tu ganada y rotunda plenitud.

Nada falta ni sobra. Ríes plena
el triunfo que atesora tu virtud,
y corregida de extravíos, buena,
te sostiene la paz en la quietud.

Arriba estás en el cenit de altura
sumergida en las anchas claridades
que te descubren su mayor hondura.

Ya no subas ni bajes. Permanece
y espera, en posesión de tus verdades,
a la verdad suprema que amanece.

1959

SOY

 De esos hombres abiertos, derramados,
que dicen con rudeza cuanto siente,
y que, aunque les convenga, nunca mienten
y en alta voz confiesan sus pecados.

De los que viven y se dan confiados
y en alegrías su dolor convierte,
ni la traición, ni el desamor advierten,
a sus propios amores consagrados

De los que alcanzan luz entre las sobras
y cuando pasan, ni el rencor los nombra
porque en la lucha fueron generosos,

De los que buscan con ahínco el cielo,
y se aligeran para alzar el vuelo
rompiendo sus cadenas silenciosos.

         EL CIPRES

Compendio forestal de verticales
que insobornable subes recto al cielo,
como supremo y perennal anhelo
de las superaciones terrenales.

Nos señalas caminos inmortales
-la eternidad del religioso vuelo-
y perpetúas en terrible duelo,
el amor y el dolor de los mortales.

Tu destino es subir, es aguzarte,
antena ascensional de perfecciones
que nos sabes dudar ni derramarte.

Saeta trepadora de clausuras
perdida en un silencio de oraciones
que van a Dios como las almas puras...

     YA NO ES POSIBLE

Ya no es posible revivir las flores
 que perfumaron el jardín de ayeres
y al abrirse encendieron sus colores
para embriagar de ensueño lo placeres.

Sólo quedan recuerdos y rubores
que pugnan por la luz de amaneceres,
y no pasan de ser sino fulgores
que traen vaguedad de atardeceres.

Todo pasó en su sueño de inconsciencia
que pinta los caminos de esperanza
y nos infunde olvidos de inocencia...
Y nuevamente niños, siendo viejos,
buscamos la ilusión que nos alcanza
porque ya estamos en el tiempo lejos

1959

VIEJO MOLINO DE VIENTO

Pobre molino...molido
por el viento huracanado,
que hoy solo mueves olvido
en tu moler angustiado...

Sin aspas, desmantelado,
ni la brisa te entretiene.
Estás del todo parado.
en el aire que va y viene.

Nos hablas con pesadumbre
de tus alas desguazadas,
por lo muñones de herrumbre
de que fueron arrancadas. Ya no das vueltas, ni mueles;
nadie te viene a buscar;
fueron contigo crueles,
nadie te empuja a volar...

                   Ni la guapa molinera
que tuvo amores discretos,
ni el anciano Talavera
que gobernó tus secretos...

Ni Chu Nemesio "El Bendito"
viene a traerte en ofrenda,
con la exigencia de un rito
el costal de la molienda...

Gira que gira, molías
moliendo nuestro sustento,
gofio oloroso que hacías
dándole vueltas al viento.

Ni la comadre Fermina
Con los talegos panzudos
Viene ya a moler harina
Para amasar los "Etrudos".

Que a lo voluble del aire
te entregabas raudo o  lento
siempre con gracia y donaire
siguiendo el ritmo del viento.

Mas todo pasó...Molino
tan sólo eres de nombre,
huye el viento en tu camino
y pasa de largo el hombre.

Y tú un fantasma pareces
de unas alas voladoras
que en ilusión nos ofreces
para moler muertas horas.

Viejo Molino arruinado
en los caminos del viento:
en tu moler, torturado,
muele también mi tormento.

Que mis alas de ilusión
junto con tus aspas van
revueltas en la canción
que nos robó el huracán.

Y muele, pobre molino,
que tu destino es moler
hasta que muela el destino
polvo en que te has de volver.

Viejo molino de viento
sin canción y sin cantar,
¡en tu pesadumbre siento
todo un pasado, pasar!
1956


        ESPERA

Junto al "Tritón" desguazado,
-viejo para navegar-,
está el marino sentado
fija la vista en el mar...

Mira el oriente incendiado
del oro crepuscular.
Y mira más, angustiado,
el sol que va a naufragar...

Es un ocaso vencido
 que alarga su luz postrera
sobre un poniente perdido...

Es un mirar, sin mirar,
que todo lo fue y lo espera
por los caminos del mar.

1962

                                   LAURELES DE LA PLAZA
                                      A mi  buen amigo Enrique Mederos Lorenzo

Laureles de la plaza centenaria
que proyectáis una tupida sombra,
y en la noche profunda y solitaria
arrulláis un misterio en vuestra fronda.

Porque evocáis la estirpe legendaria
de un pasado feliz que nadie nombra,
porque rezáis una inmortal plegaria,
por vuestra verde plenitud redonda.

Porque os perfuma un hálito de historia,
 despreciando las miserias vanas
buscáis la luz, que es alcanzar la gloria,

yo os bendigo, laureles de Los Llanos,
conmovidos por voces de campanas
y entrelazados con amor de hermanos.

Laureles victoriosos, impasibles,
de la añorada selva trasplantados
para esparcir alientos indecibles
sobre la urbana paz de los tejados.

Quitasoles lujosos, increíbles,
en un verde perenne consagrados,
para inspirar ensueños imposibles
y acallar el pesar de los hastiados.

Me llama la esperanza alentadora
de vuestras copas anchamente erguidas
a evocar en su sombra protectora

los recuerdos que viento se llevó,
el secreto fugaz de tantas vidas
que la muerte implacable deshojó.

Laureles de la Plaza de Los Llanos...
Atrio del templo, vegetal, abierto
a la comba de todos los arcanos
en el encanto de un refugio cierto.

Recortados laureles ciudadanos
 en esta plaza, que es hogar y huerto.
Laureles compasivos, casi humanos
donde siempre arribamos como  a un puerto.

Decidle a la Virgen, mi Señora,
que hoy venimos a verla penitentes
a implorarle perdón para el que llora,

y a buscar en la fiebre de un anhelo
laureles que circunden nuestras frentes
con la aureola de un jirón de cielo.
1948

              SEÑOR

Aquí me tienes a tus pies rendido
sin merecer siquiera ni adorarte.
De todo mi pasado arrepentido,
sólo encuentro el consuelo de buscarte.

Tu sabes cuántas veces me he perdido
 por huirte, Señor, y traicionarte,
y tú sabes también que en el olvido
intentó mi extravío sepultarte.

Sabes mi poquedad, mi nadería,
mi claudicante fe, mi desvarío,
mi caminar sin norte de alegría,

porque todo los sabes santamente;
y también sabes que me mata el frío
si tu no alumbras mi dolor creciente.
1959

                                                  AL BORDE DEL ABISMO

No ves que somos muy poquita cosa...
Empezando a morir cuando nacemos,
en polvo y en olvido nos perdemos
bajo la tierra negra y silenciosa.

Sólo un soplo de luz-luz misteriosa-
que es luz de Dios , que a Dios le devolvemos,
quedará en nosotros. Esperemos
en la Esperanza alegre y milagros.

Envueltos en las sombras circundantes
que cierran los caminos inquietantes
con movibles fantasmas y espejismos,

en esta noche y por la noche vamos
al puerto del mañana que buscamos
por senderos que van sobre el abismo...
1961

·          Poesía inspirada en una foto
del artista Manuel Rodríguez Quintero
titulada "senderos sobre el abismo"


   ESTA PLAZA
A Gabriel Lorenzo Duque,
por motivos ya viejos.

Esta plaza silenciosa
recogida y expectante
parece que está dormida
en un ayer inquietante...

Tiene esta plaza una fuente
donde el agua se lamenta,
y unos bancos olvidados
donde ya nadie se sienta.

A unas flores bien cuidadas
le dan unas palmas sombra...
Y teniendo tanta historia,
 ya ni el recuerdo la nombra.

Casitas bajas, bajitas,
no cierran sus horizontes,
que a través de ellas se admira
subir al cielo los montes,

ayer de ayeres... Pasó
en su piedra consagrada.
¡Reloj de vidas!...Paró
y está en el tiempo parada.

¡Que nadie turbe su calma
alrededor de la fuente!
Por la piedra levantada
transmite un mensaje ¡y siente!

Esta plaza silenciosa,
recogida y expectante,
al alma le habla y le cuenta
todo su dolor distante.

*Plaza del Dr. Santos Abreu de los Llanos de Aridane.

     ESTE DOLOR

Este dolor, Señor, que me circunda
con sombras de siniestro desaliento,
le roba la quietud al pensamiento
y de medrosa soledad me inunda.

Crece la incertidumbre que fecunda
agranda en los reinos del tormento,
en la voz quejumbrosa de un lamento
al hacerse la herida más profunda.

El llanto y la tristeza de agonía
 invaden esta carne pecadora
más lejos del placer ya cada día.

Esperando, Señor, con fe creciente
que me lleve la gran liberadora
a encontrar la esperanza del creyente.

    
            EPIFANIA

La vida es sólo un acto de servicio,
se comienza al nacer la servidumbre
y se vive en ofrenda y sacrificio
hasta que arde la postrera lumbre.

Al quemar energías en servir,
el potencial de fuerzas se nos va...
Lo importante es saberlas invertir
sin malgastar  el bien  que se nos  da.

Saber que nada al fin nos pertenece
porque enteros a Dios pertenecemos.
Y aceptar lo consciente que nos mece
como gracia que a Dios devolveremos.

Administrar la viva luz que existe,
la palabra de vida que nos llena,
este goce de amor que nos asiste,
este alentar viviendo vida ajena.

Saber que nada somos nada siendo
y cargar con la cruz que nos cargaron,
alegres por las cuestas y subiendo
hasta llevarla donde nos crearon.

Esta misión de hormiga del trabajo,
esta misión de abeja, buscar mieles,
y cumplir como el negro escarabajo,
y ser con cuanto late siempre fieles
que una misión nos dieron aquí abajo.
Obediencia obediente hasta la muerte
entrega sin reserva de energía,
constante renacer, honrado y fuerte,
en la fe de la santa EPIFANÍA.
1970

             MORIR

Prepárate a morir...Legó tu hora,
el tiempo inexorable de partir.
Tu prueba transitoria acaba ahora,
Tu libertad suprema de vivir...

Ordena tu equipaje espiritual,
cuanto puedas llevar en tu partida;
sólo el obrar, hacer el bien o el mal,
tiene consistencia de alta vida.

La vanidad del mundo material,
los bienes que te duele abandonar,
no pasan al gran reino celestial,
tuyos no son, no los podrás llevar.

Examina paciente cuanto hiciste,
cuanto no hiciste y que pudiste hacer,
y mesúrate bien en lo que fuiste
porque hacia atrás ya no podrás volver.

Prepárate a morir...Muere sin pena
si tu deber has cumplido al pasar,
y de entrega y amores está llena
esa vida fugaz que va a expirar.