PUBLICACIONES EN TIERRA CANARIA


ALGUNOS DE LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN “TIERRA CANARIALa Habana

Cuba

Por Antonio Pino Pérez
LAS DOS EMIGRACIONES”:

            Todos salen de la tierra por la puerta anchurosa de los puertos. Todos se van. He asistido a la gran partida de los canarios con el alma expectante y el corazón dolido y, sentí la tristeza esperanzada de las despedidas y el fervor confiado de los que se iban y la tortura angustiosa de los que se quedaban. Estuve paseándome por los muelles abarrotados de mercancías que se iban también, y me atormentaban los lamentos de las sirenas, la gritería de los pitos, el ronco fragor de los mares y, las estridencias de las grúas. Estuve paseándome por los muelles y los he visto marchar incesantemente. Aquel barco gigantesco, de estupendo avanzar, que hace viajes trasatlánticos, es el que servirá de casa ambulante a nuestros campesinos. Hacinados, maltrechos, mal vestidos y pobres en la última clase de ese barco, van a buscarse “el pan nuestro de cada día” hasta lejanas tierras. En aquel otro barco que sirve de correo entre Canarias y España, se alejan temporalmente nuestras juventudes sedientas de saber. Los primeros van a metalizar sus esfuerzos, van a cambiar en billetes de barco lo mejor de sus vidas. Los segundos van a pagar su dinero-el dinero de sus padres que de seguro fueron o son emigrantes- por el lastre cerebral de una proporción de conocimientos científicos acreditados por un título universitario. Los unos se van campesinos, viven lejos como campesinos, y cuando regresan ¡si regresan! – siguen siendo campesinos ¡campesinos siempre! Los otros se van optimistas y seguros y retornan, médicos, abogados, ingenieros, etc.
            Cualquiera que haya estado en las islas, ha contemplado desde siempre esta doble partida y ha podido distinguirlos cuando se van y reconocerlos aún cuando retornan. ¡Que no se confunden fácilmente los unos con los otros!
            Se podría hablar mucho...mucho acerca de los unos y sobre todo de los otros, pero aquí solo habremos de referirnos a los sentimientos patrióticos de todos.
            Los intelectuales canarios educados en la Península, queridos y respetados en España aman a la Patria grande; se interesan por la poítica española, reciben sus grandes diarios, está al corriente de todos sus progresos...Son españoles. Allí donde robustecieron sus ideales y aprendieron a pensar más hondo, donde hicieron sus carreras y vivieron los años más risueños de sus existencias, allí donde quedó sepultada su ignorancia y de donde guardan el recuerdo agradecido de lo que aprendieron, allí está su verdadera Patria. Ellos siente así. Nosotros no podemos menos de reconocer estos hechos, que se nos antojan tristes. Y a pesar de todo nos llena de orgullo, que haya en España un canario ministro, otro canario catedrático, o juez, alguno militar o maestro, etc. Esto demuestra que Canarias tiene intelectuales bastantes para competir en proporción con España, esto dice que ya España no invade intelectualmente a Canarias. Las Canarias son dos provincias españolas y los canarios no solo son queridos en España, sino que también se les admira. De ello podemos estar seguros.
            Esta es la primera de nuestras dos grandes emigraciones: emigración triunfal y promesa esplendorosa de la patria chica. La otra emigración es la de los hombres oscuros y desconocidos. Es la emigración viril de nuestros honrados y sufridos campesinos, que arrostrando las dificultades crueles del anónimo, se han paseado riendo por el mundo. Sin dinero, para gozar el privilegio de los turistas, y sin cultura para defenderse, se marchan con valor decidido hacia lo ignorado, y de esta turba desamparada que solo ha contado para vencer, en la confianza que tuvo en sus propias fuerzas, han salido no pocos intelectuales, bastantes investigadores científicos, que se igualan a los que partieron hacia España, impelidos y dignificados por el dinero de sus progenitores. Los pobres campesinos de Canarias no tuvieron dinero bastante para mandar sus hijos a la Península, y cuando éstos se sintieron hombres y comprendieron que no tenían ni tierra en qué rendir su tributo al trabajo, avizoraron un más allá que el horizonte les cerraba, y se abalanzaron a él, contribuyendo con eficacia a terminar la obra de Colón, conquistando los campos vírgenes y bravíos del Nuevo Mundo, para su redención profunda por el trabajo...La patria grande de estos hombres no puede ser España. Ellos no han asimilado la grandeza ideal de Don Quijote, ni se han identificado con Sancho Panza. Que no les hablen  de caballeros andantes, ni de hidalguías, ni noblezas hereditarias, ni tradiciones. Habladles de la tierra enjuta y seria que fecundan con sus esfuerzos. Cantadles el poema rudo de sus sementeras y enseñadles, que más allá de los surcos que ellos escriben con el arado sobre la faz inmutable de los campos, otros labradores más terrible abrirán surcos más profundos y más tristes todavía, para enterrarlos a ellos mismos como simiente... Alentadlos para que persistan en la redención paciente de sus labores, pero no les habléis de Numancia y San Martín, ni de sus majestades... Atila, Don Rodrigo, Felipe II, Fernando VI, ni de toros y gitanos, ni de cristianos y moros, porque perderíais el tiempo. España para ellos es como una ilusión que se desvanece, o como un sueño más o menos bello, que vivieron o vivirán un día. En cambio, para no pocos de nuestros intelectuales, España es una realidad más querida, que aun por los mismos españoles... ¡Esta amarga verdad la llevamos clavada en el alma desde hace tiempo!
            Los intelectuales canarios españolizados y amantes entusiastas de la cultura española, nos orientan hacia delante en la ruta preclara del saber... pero si por ellos fueran perderíamos las valiosas virtudes que recibimos como herencia de nuestros antepasados, convirtiendo nuestro pueblo a un semi-españolismo detestable. Vendríamos a ser después de adulterados, mitad indígenas y mitad postizos. Meditad si debemos permitirlo, los que soñamos con el porvenir del Archipiélago.
            Por el contrario, nuestros campesinos agrandan y abrillantan todo lo que típicamente es nuestro y gracias a ellos seguimos siendo canarios. Se nos reconocerá en todas partes como tales, porque a ellos les debemos ser inconfundibles. Que los intelectuales canarios hayan olvidado el terruño, bien limitado por el mar ¡es triste!. Que la sigan olvidando ¡es doloroso! Pero no perdamos las esperanzas. Estos hombre que se curvan, como interrogaciones mudas sobre la tierra, abrigan el lo más profundo de sus almas, los designios secretos de nuestro pueblo. Es preciso conservar las características diferenciales de las Islas y es necesario avanzar al Progreso por una senda nuestra, genuinamente nuestra, que ningún compatriota nos ha bosquejado. Nos hace falta quien nos oriente hacia el futuro, y existe un número de intelectuales y pseudointelectuales, que actúan como detractores de esta obra nuestra, que debiera ser la suya. Nos quieren someter a una hegemonía cerebral que no podremos reconocer nunca y someternos a una dependencia cultural que no queremos permitir. Queremos, sobre todo, y ante todo, lo nuestro, y levantaremos sobre los potentes sillares de lo propio, la individualidad exótica de nuestras actividades.
A. Pino
Cabaiguán, abril de 1930

“El Enemigo del Matrimonio”
            Me consta que huyó de la realización de unos amores honrados, aquel solterón empedernido, que sufrió la desventura de no poder casarse y el desconsuelo infinito de no tener hijos. Si transcribo aquí sus dolorosas reflexiones, es porque encierran una enseñanza y describen con rasgos vigorosos su tragedia íntima y silenciosa, que por verdadera y honrada acabó por convertirlo en misántropo y melancólico.
            “Jamás he pensado seriamente en casarme y es muy posible que en lo venidero siga pensando igual. Antes, se explicaba que no tuviese tales ideas, pues era demasiado joven, bastante banal y divertido y optimista hasta la exageración de este vocablo. Ahora que ya me voy sintiendo viejo, y en mis insomnios he meditado largamente sobre las tristezas de mi soledad y abandono. Ahora que me voy haciendo pesimista frente al espectáculo desconsolador de la vida. Ahora que no tengo una voz familiar que me consuele con dulzura y sepa engañarme con amor, sigo a pesar de todo rebelándome ante el matrimonio. Y no es porque me desagrade el matrimonio en sí, es por las consecuencias fatales del mismo. No es porque tema no hacer feliz a una mujer determinada que me fascina, ni porque me asusten los celos propios y los ajenos, ni  porque sea exigente en el momento de elegir compañera: es sencillamente por los hijos... Esos hijos tan queridos y tan idolatrados por mí, qué aun sin haberme nacido, ya me prohíben que los traiga a la vida, ya que me vedan que busque una compañera que necesito para descansar en ella mis dolores, para consolarme de mis tristezas y desventuras, para que comparta con dulzura mis alegrías y, qué sé yo para cuantas cosas más.
            Los que tenemos la certeza de ser buenos  padres, los que examinados serenamente, fríamente, no tenemos las certidumbre de poder darla a nuestros hijos, no tan solo aquello que se merecen, sin aquello que les es necesario y bajo todos los aspectos imprescindible, no podemos, ni debemos casarnos; pecaríamos al traer hijos al mundo y nos envileceríamos y nos depreciaríamos ante nosotros mismos al contemplar los pedazos palpitantes y puros de nuestras entrañas, consumiéndose lentamente por el hambre y tiritando inconsolables por el fío..
            El matrimonio es santo. Lo sé. La paternidad es sublime. No lo dudo. Pero yo no quiero ni ser santo, , si ser sublime.. No quiero que mis hijos me puedan decir algún día, sin palabras, o con odio y desesperación reconcentrada: “Te casaste por egoísmo, me trajiste al mundo por placer, y luego como consecuencia de tus pasiones me condenaste a la miseria que me devora y a un dolor incurable que me mata”.
            El matrimonio dicen que padece una crisis terrible en todas partes. Esto nos dice que los hombres se han vuelto más juiciosos o las mujeres, o ellos y ellas a la vez. Casarnos ¿para qué?. Como no sea para tener hijos desgraciados y ser infelices contemplando impotentes y descorazonados su desgracia. Que se casen los ricos y los poderosos y los vencedores, aunque no tengan la preparación bastante para ser padres y la personalidad debida para tener hijos; ellos por lo menos podrán darles para cubrir sus necesidades materiales y dinero con que se perviertan.  Los desheredados, los vencidos, los parias, los que ganamos fortuitamente el pan que nos alimente y desconocemos el techo que nos cubrirá mañana, esos no debemos casarnos, aunque podamos darle a nuestros hijos todo lo que espiritualmente necesiten. La sociedad que condena a centenares de hombres honrados a vivir de un salario miserable, o los castiga indiferente con el para forzoso, no puede exigirnos que le demos hijos, ni puede pedirnos que dignifiquemos debidamente a nuestras mujeres.
            Que se queden ellas solteronas, trabajando en las oficinas y en los talleres y nosotros adustos y esquivos, apartados de ellas aunque piensen y digan que las odiamos o tememos que disminuya la población y que se desmorone el poderío de la Patria; a los ciudadanos conscientes qué nos importa todo esto. Tenemos hambre y los gobiernos no escuchan nuestros ayes, buscamos trabajo y no existe en ninguna parte. Con las privaciones a que se nos condena, se fabrican tuberculosos y se crean enfermedades. ¡Menos mal que por caridad vienen luego a consolarnos y a enseñarnos a morir con resignación!
            Nosotros preferimos que aumenten los conventos y las congregaciones religiosas, a que lloren las madres inconsolables. Ya es hora de que se cierren los Hospicios de una vez y de que se acaben por siempre los cuadros desconsoladores que forman por esas calles los niños hambrientos. ¡Antes que vivir muriendo, es preferible no haber nacido!.
            Desgraciadamente no piensan así todos los hombres. Sé que una inmensa mayoría sigue aventurándose al matrimonio, fascinados por una ilusión placentera o, impelidos por sus pasiones, para más tarde llorar impotentes en medio del fría de una sociedad inmoral. De mí puedo afirmar honradamente, que antes de aventurarme a tener unos hijos desgraciados, que me exigirían robar y quién sabe si cometer algún crimen ignominioso, juzgado por mis semejantes, preferiré convertirme voluntariamente en eunuco o hacer voto perpetuo de castidad.
            Si la sociedad está desorganizada y los gobiernos no aciertan desconcertados a gobernar con justicia, y los pensadores no han sabido sino dar fórmulas estériles para cambiar el ritmo triste de la sociedad, y cada vez, la lucha por la vida va siendo más cruel y dependiendo más del azar, nuestro posible bienestar, eso no justifica que los hombres conscientes nos abalancemos al matrimonio para correr el riesgo de ser malos padres, esposos injustos, malos hombres condenados por la humanidad, fieras enjauladas, inútiles para satisfacer el hambre de unas bocas inocentes que piden siempre con llanto.
            Los hombres que piensan, no se casan en este siglo inquietante. Ya sabéis por qué. Las mujeres que les correspondan por esposas que se hagan Hermanitas de la Caridad o de los Pobres, par que cuando sean viejos, vengan a celebrar sus godas consolándolos. De seguro tendrán entonces mucho de que ser consolados. Antes que deshojar flores y pisotear alegrías y desvanecer ilusiones, es preferible verlas marchitarse y, antes que lamentar las desventuras de aquellas que podríamos encadenar a nuestra suerte por amor, preferimos llorar inconsolables en la tragedia increíble de nuestras soledades, el abandono por sacrificio de los más caros ideales y la pesadumbre adusta de nuestras almas por haber huido de lo que buscábamos febriscentes, impelidos por nuestra naturaleza viril y paternal... Así por lo menos tendremos algo de que vanagloriarnos en las postrimerías de nuestras existencias y así, mis hijos incorpóreos  e informes, me bendecirán desde lo incierto del Caos donde moran”.
            Así me habló un día aquel amigo triste que murió solo, mientras brillaba en sus ojos una chispa de luz, y vigorizaba con sus palabras un fervor creciente.
A.     Pino
Hoy, 8 de abril de 1930


“La ruinosa Iglesia de mi Pueblo”
por Antonio Pino
Agosto de 1930
      Hace ya más de 20 años que estas cuatro paredes desnudas y sin amparo, esperan ser terminadas debidamente, para ser convertidas en el Templo Parroquial de la ciudad de El Paso.
      Desde hace tiempo, crecían en la libertad de su abandono, las hortigas y los cardos, y a sus alrededores jugaban alborozados los chiquillos, lo pueril de sus travesuras y lo inconsciente de sus ingenuidades, mientras que en su interior desierto, lloraba el silencio  el más desconsolador de sus mutismos. Recuerdo... que en los días de fiesta política, los caciques del pueblo, mandaban escupir sobre estas paredes desoladas, la salva biliosa de un cañonazo, con el que celebraban sus triunfos fatales. En esta inocencia sentimental de mis pocos años, se me antojaban aquellos cañonazos, como una maldición profana a lo que, tal vez, había de ser un día o, como un insulto belicoso a lo que ya “in mentis” era.
      Hoy, como una ironía terrible a estas ruinas sin gloria y sin recuerdos, ha rodeado estas paredes de una bella plaza, donde lucen en los días festivos sus encantos y su lujo las mocitas casaderas, y pasean en triunfo sus fanfarronas arrogancias los indianos.
      Pasan los años... y esta enorme mole de granito, que respira arte por sus pétreas formas y expande grandezas desde sus majestuosas magnitudes, yace abandonada al sol y a las lluvias y confiada a la obra implacable del tiempo.
      Contemplando sus piedras renegridas por la lluvia y su vejez tan prematura que ni siquiera llegó a tener ni juventud, no he podido menos de compararla a la vida rota de un soñador de imposibles, que se empeñó en la vida de los hombres, en plasmar de realidades el ideal de un sueño superior a sus fuerzas.
      La casa que había de albergar los misterios del catolicismo y servir de sedante a los anhelos gigantescos de la fe, postrada en el más doloroso de los olvidos y a medio hacer, como el esqueleto de una religión que languidece, o como el fantasma temido de un enigma que no hemos sabido penetrar, perece hablarnos en su desgracia de la indiferencia desalentadora de los creyentes y de lo inconstante y tornadizo de los esfuerzos de los hombres...
      Estas ruinas edificadas expresamente para ruinas, inspiran mayor desaliento que las de “Itálica” y que las de “Pompeya”. No tendrá un cantor que las redima, porque no tienen historia, ni vendrá nadie a recordar entre sus escombros... Serán como un orgullo soberbio, que se nutrió de sí mismo, e impotente un día sin haber sido, se sepultó bajo la fantasía de sus grandezas desdeñosa y despectivamente.

“Nuestro Deporte”
Agilidad y Destreza

      Se ha escrito tan poco sobre el más típico y característico de nuestros deportes, que podríamos decir, sin temor a equivocarnos mucho, que ha sido víctima de un olvido injusto o desdeñado inmerecidamente. La prensa canaria nos habla ahora, con relativa frecuencia del resurgir de nuestro deporte: se lucha en todas las islas con gran asistencia de público, aparece un campeón, se preparan los jóvenes. ¡Al fin! La lucha canaria apenas conocida fuera del Archipiélago, ha perdurado a través de los tiempos en el solar fraccionado de la Patria Chica, como
Herencia preciosa de nuestros antepasados los guanches. Parece que a medida que nos vamos acercando más a ellos, por el contacto con la misma Naturaleza y bajo el mismo cielo y disfrutando de las delicias del mismo clima, ha brotado en nosotros espontáneamente, como consecuencia de una identidad psicológica bien acusada, hasta la característica secundaria del mismo deporte.
      Podemos afirmar que los guanches, los salvajes más civilizados, que han poblado una porción de tierra, practicaron ya este deporte-único en su clase- desde sus más remotos orígenes.
      Los canarios posteriores a la conquista de las islas por Fernández de Lugo, seguimos practicando dicho deporte hasta hoy, como un juego más o menos divertido, o como entrenamiento más o menos bello. El elogio mas relevante que podemos hacer de nuestra lucha, es el hecho elocuente de que haya subsistido a través de los tiempos, sin haber servido de lucro a ninguna empres, ni haber contado con profesionales en ningún momento. La lucha canaria ha perdurado y perdurará por siempre, porque nuestra lucha-más nuestra por que nosotros solos la practicamos- es pura y simplemente artística.
      Podríamos hacer la comparación de la lucha canaria con otros deportes que se practican en lugares públicos y  por profesionales, pero solo pretendemos describir a la ligera, las bellezas de nuestra lucha y dejar al juicio del lector los comentarios comparativos.
      Se me podrá objetar y con razón aparente. Si la lucha canaria es uno de los deportes más bellos y el menos brutal de todos ¿por qué no se ha popularizado más. La lucha canaria no despierta pasiones brutales en las multitudes, ni satisface su contemplación a la fiera encadenada en el fondo de nuestras naturalezas. Además- y esto es importante- la lucha canaria no ha sido comprendida  en toda su grandeza por la inmensa mayoría de los canarios. Le ha sucedido igual a nuestra lucha que a la música clásica, que por incomprensión, es menos popular que los copules. Igual que ha sucedido con los grandes poetas en comparación con los rimadores vulgares. Lo mismo que ha sucedido con los retratos formidables realizados por los grandes pintores y las fotografías ordinarias.
      Nuestra lucha que corrientemente se practica al aire libre en un campo improvisado que se llama “terrero” , es de los pocos deportes que llena la finalidad natural y lógica de los mismos: ejercitar los músculos, satisfaciendo así, una necesidad corporal, deleitar, y hacer sentir una emoción artística.
      Describiremos a continuación una de las grandes luchadas, que presenciamos, para poner de relieve algunas bellezas de nuestra lucha y hacer resaltar sus virtudes.
      “Hoy es día de fiesta en el pueblecito. Se ha improvisado un terrero en las afueras, trayendo arena de una playa vecina. Se le ha rodeado de algunos bancos, pero la mayor parte de los espectadores permanecerán de pié. Luce esplendoroso nuestro sol- ¡tan africano! Anegando de luz el “terreno”. D e un momento a otro va a empezar la gran luchada. Los aficionados a la lucha de este pueblecito, han desafiado a los luchadores de un pueblecito cercano. Los unos y los otros con las extremidades desnudas, luciendo la belleza viril de sus músculos y medio vestidos con un fuerte calzón de lino, producto regional, se pasean haciendo comentarios o por el terreno. Al fin un mozo garrido haciendo alarde de la elasticidad de sus músculos salta hasta la mitad del campo. El contrario no se hace esperar; un hombre de edad madura, de estatura pequeña, y de poco desarrollo muscular, es su contrario. Se saludan con una sonrisa y se agarran, se inclina el uno hacia el otro hasta tocarse con sus hombros, se curvan más y más...
      El pequeño lleva la de perder-dice a mi lado un profano-. A la una- dice el árbitro de la contienda- El silencio se hace. A las dos... Los luchadores abren sus piernas, contraen sus músculos, se agarran más y mejor. A las tres...Ha empezado la lucha. El joven hace esfuerzos inauditos, cambia de posición sus manos, se endereza, se inclina, pero todo en vano, su adversario no cae. Su contrario es ágil y es diestro, se estira y se encoge como si fuera de goma esquivando con habilidad increíble los esfuerzos terribles de su enemigo momentáneo. Todo dura un instante. El más pequeño aprovechando un momento en que su contrario se emplea más a fondo, se agacha veloz como un rayo, mientras la fortaleza del más fuerte perdiendo el apoyo que le prestaba con su cuerpo cae más allá, a sus espaldas. Se le ovaciona.
      Lo tumbó por la “agachadilla-dijo alguien-. El vencido se levanta y le da la mano al vencedor. A esta lucha, sucede otra y otra, quedando siempre en el terreno el vencedor hasta ser vencido. Se han tumbado ya más de cuarenta hombres de ambas partes y ninguno ha sido ni ligeramente lesionado.
      Al fin, sale el “zurdo” que podríamos también llamar el “temido” (por los luchadores) y el “esperado” (por el público).
      El  “Zurdo” empieza a tumbar hombres y acaba por quedarse dueño del terreno, por lo que fue proclamado campeón. Ganó seis luchas por “desvíao”, cinco por “levantada”, cuatro por “garabato, tres por “palmada” y cuatro por “agachadilla”.
-¡Que tío! –decían unos chiquillos como comentario-.
      Y todos los asistentes a la gran luchada decían a coro.
-Con el “zurdo” no hay quien pueda es bobería...
      El “Zurdo” es un hombre de regular estatura, de mediana constitución física, pero ágil como el que más y hábil como pocos. Aquella tarde afortunada, derribó varios hombres más superiores a él en fuerza y en estatura, gracias a sus habilidades.
      Veintidós hombres, no se tumban como los tumba el “zurdo” que es un formidable luchador, lo que equivale a decir, es un gran artista.
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      La lucha canaria poco defendida por los canarios, cuando no ha sido injustamente criticada por los mismos, es uno de los deportes más nobles y artísticos que hemos contemplado. Agilidad y destreza son sus características esenciales. El ingenio puede conducir al triunfo a un luchador determinado. Nuestro luchadores no tienen además necesidad de hipertrofiar sus músculos hasta los dominios de la patología, para aspirar a campeones. La fuerza, lo brutal, es secundario. Lo importante, es el ingenio, rapidez, oportunidad, y saber del contrario. El pueblo es el público de nuez anular con posiciones adecuadas los esfuerzos tras luchadas, y los luchadores se improvisan de este público heterogéneo.
A.     Pino
Cabaiguan, 13 de julio de 1930

“Puertos Canarios”
            Antes del advenimiento de la gran conflagración que convulsionó la mayor parte de Europa, los puertos de más auge y preponderancia marítima, eran los puertos canarios de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. Después de la Gran Guerra que desbastó con sus furias el Viejo Continente, disminuyo grandemente el tráfico en nuestros puertos, sin que hayan podido volver a ocupar de nuevo el puesto de honor que les correspondía en el concierto de las rutas trasatlánticas. Se han quedado a la zaga de otros, mucho menos importantes, peor situados y escasamente conocidos hasta hace poco.
            Las causas que motivaron esta decadencia en los privilegiados puertos de Canarias,  las encontramos en los funestos gobernantes españoles de estos últimos tiempos, que no supieron dotarlos de todos aquellos adelantos y adquisiciones innovadoras del progreso, con que incorporarlos debidamente al nivel de otros puertos competidores.
            Ojeando los presupuestos gubernamentales para atender las obras de los diferentes puertos españoles, observamos que el puerto más favorecido fue siempre el de Sevilla-quizás porque se asienta en las márgenes del glorioso Betis y tal vez porque se baña en agua dulce. Ese puerto escondido en el corazón de Andalucía e inútil refugio para los enormes monstruos transmarinos. Últimamente, con motivo de la famosa Exposición Ibero Americana, hasta lo dotaron de un maravilloso puente levadizo.
            No sólo los puertos canarios merecen ser atendidos mejor por parte de los gobernantes españoles que el de Sevilla, sino también el de Vigo, en cuya Ría, decían los ingleses, que de ser de ellos “harían mulles de plata”, y el de Barcelona, que es el de mayor importancia comercial de España, debían catalogarse antes que el puerto de la tierra de María Santísima.
            Pero los gobernantes españoles se han caracterizado, en este sentido, por su protección desmedida a la bella capital andaluza y por su olvido injusto de Archipiélago canario. Este olvido queda bien patentizado con la siguiente anécdota-que citaré de paso-, de la que fueron protagonistas, por una parte, mi ilustre amigo y compatriota Pérez Díaz, desaparecido y para dolor de Canarias, y por otra cierto Ministro, que no quiero nombrar , porque no quiero. Pérez Díaz, que abogaba en aquella época por la separación de Tazacorte, le dijo bromeando al ministro en cuestión que pro qué no le daba el título de ciudad a Tazacorte-que entonces era un barrio de Los Llanos-diciéndole que era uno de los pueblos más importantes de la Palma. El Ministro, deseando complacerle, dio acto seguido las órdenes oportunas y el pueblo de Tazacorte recibió la sorprendente noticia de sentirse ciudad de la noche a la mañana, sin ser antes pueblo, que es lo que perseguía Pérez Díaz. Cuando el ministro se dio cuenta perfecta de su ignorancia político-geográfica, rectificó habilidosamente, diciendo que había confundido a Tazacorte con Tacoronte-el nombre más parecido que halló ojeando por primera vez el mapa de Canarias. Pero los que conocía antecedentes se rieron de lo lindo, al conocer el pomposo título que por carambola la cupo en suerte a Tacoronte.
            Mientras los canarios vemos con dolor la impotencia de nuestros puertos para competir con el vecino de Dakar y otros, los gobernantes españoles siguen olvidándonos. Sírvales de ejemplo la de estímulo la poderosa República Francesa, que no ya en una de sus provincias, sino en una de sus posesiones, ha hecho de Dakar un puerto de tal importancia que gracias a él nos ha venido restando gran parte del tráfico marítimo que nos corresponde debido a nuestra posición afortunada-¡en esto si que somos afortunados los canarios!- en el punto ideal de las más importantes travesías intercontinentales. Dakar, con sus muelles gigantescos, sus diques, sus arsenales, sus carboneras y disponiendo del material preciso para reparar con prontitud averías a las más disímiles embarcaciones, ha venido ofreciendo hasta ayer mayores comodidades, rapidez en los servicios y seguridades que nuestros puertos canarios, incapacitados por el abandono que sufrieron por parte de nuestros gobernantes. Y gracias que tuvimos un León y Castillo que nos consiguió el gran puerto de refugio.
            Cuando pensamos que el anhelo más justificado y posible de nuestro pueblo ha sido luchar incesantemente por el logro de que sean nuestros puertos los más importantes del mundo. A lo que tienen derecho para lo que les sobran posibilidades-, sentimos una tristeza infinita, al recordar las amargas realidades que nos han vedado la consecución de nuestros fines.

            Los canarios tenemos derecho a que se construyan en Canarias los mejores puertos españoles, por el hecho irrefutable de que serían los que más benéficos reportarían al Estado. Recordaré que hace años una compañía inglesa pidió permiso-que le fue  negado- al Gobierno español para construir el puerto de Tazacorte, extrañándonos sobremanera a todos los canarios esta petición, pues para realizarse dicha obra  sería antes necesario canalizar un caudaloso barranco que desemboca en él, lo que haría aumentar grandemente su costo, y sabíamos que los ingleses-dado su carácter-avizoraban una preciosa utilidad.
            Un español acérrimo podrá decir que España no ha comerciado nunca con Canarias, y un espectador desapasionado exclamaría que los gobernantes españoles han dejado de la mano de Dios a los canarios en sus islas viviendo a su libre arbitrio y cumpliendo los sabios designios de aquella frase bíblica “creced y multiplicaos”.
            Nosotros agradeceríamos que España se fijase más en nuestros problemas de solución urgente-aunque fuese para comerciar- pues así podríamos serle más beneficiosos, siendo nosotros los primeros en beneficiarnos.
            La vida de canarias sufre las altas y las bajas que padece el flujo y reflujo de sus puertos. No olvidemos esto canarios.
A.      PINO
Cabaiguán, septiembre 12 de 1930

“El Batallón de Cazadores Palma”
Por A. Pino
Febrero 1931
      Hace años ya que los gobernantes españoles, en vista de la impotencia bélica que representaba para la defensa de Canarias y por ende para la de España, el sostenimiento en el archipiélago de un número crecido de tropas, decidió trasladar a la Península, como al fin lo hizo, los batallones “Gomera y Hierro”, “Lanzarote”, “Fuerteventura” y “Palma”, dando en lugar de ellos y en la capitales de las islas menores, pequeños destacamentos de soldados. De momento, alegando motivos y razones económicas y de otra índole, las más altas representaciones del pueblo canario, se dirigieron a los gobernantes españoles para pedirles reintegrasen a las islas sus batallones. El Gobierno, no cejó ni un ápice a las demandas que se le hacían , pues había fundamentado inteligentemente su proceder, teniendo en cuenta que las islas, en caso de guerrear España con cualquier potencia, serían perdidas irremisiblemente para la Corona (¡digámoslo de algún modo!), pues España con su pobre escuadra, no podría evitar que la bloqueasen ni sostener en ellas el ejército que de artillería convenientemente se necesitaría.
      Además, la experiencia universal ha demostrado que no pasan de ser una fanfarronería pueril, los alardes bélicos de esos pueblos pequeños armados hasta lo increíble, que en los instantes aciagos de la guerra son totalmente víctimas del poder de los grandes o de la tiranía comprensible de los fuertes, a pesar de sus ejércitos disciplinados y de sus barcos de guerra y todo.
      Canarias perdió en definitiva los batallones de las islas menores, quedando sólo defendida por los regimientos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas. Sin embargo, nosotros pensamos que todavía a Canarias le sobra Ejército: le sobran los regimientos de Santa Cruz y Las Palmas. Si calificamos de inteligente la medida de aquellos gobernantes que se llevaron a España el malestar de nuestros Batallones, no vacilaríamos en calificar de sabia la que nos privase de los regimientos parasitarios, que decoran nuestras bellas capitales atentando contra las libertades públicas.
      Es preciso que se nos libre de la pesadilla odiosa del Ejército y que se nos exima del servicio militar obligatorio. Los canarios por naturaleza, no amamos los formulismos estériles de la guerra y lo más probable es que nunca habremos de necesitar de las enseñanzas desconsoladoras del Cuartel. Los canarios nos indisciplinamos en ellos porque somos individualistas y rebeldes y dignos...Los canarios sentimos aversión hacia España, cuando la miramos a través del alentar corrupto de su Ejército.
      No está muy lejos en el tiempo, el pronunciamiento revolucionario de Jaca, contra la Monarquía enferma que padece España. La primera unidad del ejército que se levantó en armas contra ella, fue el Batallón de Cazadores Palma nº 22, en el que la inmensa mayoría de sus oficiales y la totalidad de sus clases eran canarios: Canarios que trasplantados a la tierra donde la Pilarica dijo “que no quería ser francesa”, siguieron reverenciando allá en lo más recóndito de sus almas, las altaneras rebeldías de su tierra y las arrogancias viriles de sus antepasados. Ellos,  fueron de los primeros que se bautizaron con sangre de redención en el desfiladero de Ayerbe, mientras Franco rubricaba el espacio libre y virgen, con el prodigio estupefaciente de su maravillosa águila increíble. Ya en los aires es España republicana. Vuela , águila, vuela. Lleva hasta los más apartados y tenebrosos lugares la buena nueva. Sírvele águila de consuelo a las víctimas de Annual, Monte Arruit y Nador. Y cuando pases por Canarias detén tu vuelo un instante, para que digas a las madres canarias como mueren sus hijos en defensa de  de la libertad. Sus hijos que nacieron libres y vivieron libres, se esfuerzan valientemente por morir libres también. Cuando los canarios ofrendaban sus vidas por las libertades americanas, actuaban inspirados por el mismo amor, que cuando se enfrentaron con les esquiroles de Alfonso, el Rey , en aquel conato de revolución del que debió surgir definitivamente la España republicana.

      Los héroes de Jaca, que escribieron con sus vidas la primera página de la nueva España se agigantarán en la historia como las primeras víctimas inmoladas en el altar de la Patria por los esbirros de una Monarquía aristocrática que no tiene razón de existir.
      España, privada durante largos años de libertades individuales, respira ahora por sus poros, protestas, revueltas, proclamas, rebeliones y descontento. Necesita para vivir su verdadera vida, de libertades que no tiene. Pesa sobre ella la mole granítica de un reinado que ha venido a poner de actualidad los versos de Bernardo López García, cuando le dijo a España “no has tenido más verdugo que el peso de tu Corona”. Si tenía ya razón el poeta hace más de un siglo, cuanta razón no tendrá hoy. A España le sucede igual con la Monarquía que al Palacio Real de Madrid con las estatuas de los Reyes Godos que estaban colocadas encima de él, que si no se las quitan hace ya tiempo hubiesen acabado por aplastarlo. Y aún con haberlas sacado hace muchos años, no se pudo evitar que lo resquebrajasen por algunos sitios. A pesar de todo el Rey (S. M.) sigue defendiendo obstinadamente su herencia y el pomposo título que ostenta (según reza en las monedas oficiales) por “obra y gracia de Dios”. En su concepto el pronunciamiento revolucionario de Jaca , será probablemente una rebelión de sediciosos, o la protesta de un grupo de descontentos, pero para nosotros, que también tenemos derecho a emitir un juicio, es el primer toque de atención que se da, para la gran fiesta nacional que habrá de celebrarse muy en breve...
      No somos amantes de la revolución, ni gozamos ante el espectáculo sangriento de una lucha fraticida, pero pensamos que a veces son tan viejos y tan grandes los males que padece España, que se impone con la fuerza indomable de las necesidades, la revolución por la sagrada conquista de los derechos violados, y la guerra sin cuartel para el entronizamiento  fraternal de la Igualdad.
      Unos soldados canarios, que amaban la libertad, más que a sus propias vidas, contribuyeron a cimentar con sus rebeldías el esplendor divino de una nueva España. Que no falten nuestras actividades, nuestros esfuerzos y nuestro amor en la edificación maravillos de la España republicana que a pasos agigantados se va adentrando en el corazón del pueblo...
                 (Enero 24 de 1931)
(en Arroyo Apolo)


“Nuestro Poeta Honorario”
      Ha llegado, procedente de Canarias el poeta canario Andrés de Piedra Bueno
Y ha llegado también de la república del Plata.
Y ha llegado del mundo adonde se adentrara sediento de ideales a través de sus sentidos inquietos con la amplitud robusta de sus facultades.
Se asomó al horizonte infinito de los mares, se perdió en las fauces inquietantes de lo ignorado, se abalanzó viril hacia lo desconocido portavoz  de un mensaje... pero tuvimos la suerte, de que las olas que nos lo robaron ayer; todo ilusiones, nos lo devolvieran hoy; todo esperanzas. El mar sonoro lo llevó y lo trajo. El “mar azul de mi patria, mar de ensueño”.
Tomás Morales-Tu Tomás del Mar-, el Poseidón de nuestra Mitología, mandó a rizar la superficie de los mares como en los días de fiesta para recibirte, y, sembró corazones en el concierto tembloroso de las olas y cuando ya reinaba la Bonanza, en su vasto imperio “sin sendas, sin fronteras, sin límites caducos” salió a tu encuentro precedido de su cortejo “en una inmensa concha de vívidos fulgores”. Y te habló en nombre de las deidades ocultas en el fondo de sus misteriosos abismos donde también hay perlas y corales. Y te contó la gloria aventurera de sus marinos, y de “aquel viejo lobo que en un huacal sentado”... y de su Puerto de Gran Canaria, y de los carpinteros de ribera, y de los grumetes y de los calafates, y de todos aquellos por quién Él oró fervoroso frente al mar, “la única urna, para guardar los restos sagrados del marino”. Y te habló del Teide. Del Teide, corazón de fuego del Archipiélago. Del Teide, palo mayor de la nave encallada de las Islas. Del Teide, índice de orientaciones por donde las almas atormentadas se escapan hacia Dios...
A la sombra altiva del pico milenario y con los ojos deslumbrados de azul-azul risueño de los mares, azul virginal de los cielos, azul acorralado de los montes lejanos-, te pusiste a rimar ensoñaciones, te entretuviste en cortar rosas de la naturaleza bravía de mi Tierra: rosas de espuma en el frasco de las olas contra las rocas, rosas de ensueño en el Valle de la Orotava, rosas albas del Teide, rosas de fuego en el milagro volcánico de la Caldera, rosas de amor en la Primavera de la mujer canaria.
Amaste los paisajes solemnes de mi Patria. Se adentraron en tu alma los sentimientos profundos de aquel pueblo imposible, en que cada hombre, es un hombre aparte de los demás hombres. Sonaron en tus oídos arrulladores las vocecitas suaves de la mujer canaria y, herido de amores universales, en tus exaltaciones poéticas, que tienen significado de profecías, empezaste tu obra de sembrador. Y sembraste semilla de redenciones con mano pródiga, en las inteligencias anquilosadas de los rutinarios, y sobre las barreras desconsoladoras de los perjuicios y prejuicios y, en el campo bien preparado y abierto de la juventud. Parte de tu semilla, se la comerán las aves del cielo como en la parábola cristiana, pero la mejor parte, no lo dudes, germinará y ha de dar fruto. Mañana, tal vez podremos exclamar contigo, resucitados hacia la libertad que es luz y hacia el amor que es vida:
“Sin más bandera que el azul del cielo,
Sin más cadenas que el azul del mar”...
            El “Ateneo Canario de Cuba” está orgulloso de ti, sembrador. Había que disparar la bomba de una idea y tú la hiciste explotar en el mismo refugio de los males. Te sucedió a la inversa que Pandora. No vacilaste ni un momento en tu embajada, porque fuiste rectamente a un fin y lo lograste...¿Mañana? Otros vendrán. Y vendrán muchos, muchos más... ¡que las ideas verdaderas no mueren nunca!
            Señor abanderado de nuestras rebeldías trasatlánticas, Adelantado Mayor, no de España y enviado por España para conquistar sino del Ateneo Canario de Cuba y enviado para reconquistar, sé bien venido a esta Tierra que es tu Tierra y mi Tierra también...
            Nos traen palpitante de fuego y embriagado de amor un libro: Echeide, que no tenemos palabras con qué agradecértelo. Pero nos trae palpitante de fuego y embriagamos con fruición los perfumes sagrados para nosotros de la Patria lejana y la grandeza de nuestros paisajes que se adentraron tanto en tu alma de artista que se hicieron hechura tuya y vida tuya.
    Y tú ¿hay quien pueda negar que eres canario?. En el Parnaso de mi tierra canta un poeta más. Sé bienvenido poeta. Porque agrandaste honrando a las Islas con tu obra, quien sabe si en cierto sentido, no eres también una parte palpitante y conmovida de nuestra tierra “afortunada”. “Afortunada, porque un viajero se prendó de Ella, y en su fervor creciente le ofrendo el ritmo vigoroso de sus versos, el perfume ideal de sus ensoñaciones y lo más recóndito e impenetrable de su alma: amor hecho vida en el latido íntimo de sus versos...
A.      Pino
Arroyo y Apolo, febrero de 1881


“Cantos Populares Canarios”
            Los que aprendieron graves  enseñanzas, observando las vidas sencilla y espontáneas de las gentes del pueblo, no pueden prescindir en ningún instante de buscar en las fuentes sagradas de los mismo, los motivos de arte más originales y los secretos humanos- y por humanos más impenetrables- que rigen las leyes sociológicas y naturales.
            El pueblo ha creado las sentencias breves de los refranes, amamantó a las ciencias cuando éstas eran ignorantes, enriquece constantemente la Poesía y es el Músico por excelencia. En el pueblo se bosquejan con trazos vigorosos, todas las novedades del Progreso y todas las innovaciones de la Civilización. Mas, ni la Civilización, ni el Progreso, conservan en el devenir de sus adquisiciones, ni la inspiración que les impele ardorosa hacia delante, ni el alma conmovida que les anima... El pueblo representa y comprende en sus creaciones, la dignidad humana por excelencia. La gloria más alta que puede apetecer un verdadero artista, es que su obra sea la obra del pueblo, que se despersonalice, o desegolatrice , que se haga hechura y sentimiento de una multitud más o menos grande, pero que tenga una individualidad psicológica en el concierto de las naciones, o mejor dicho, de las provincias o de los pueblos. Cuando oímos cantar en Canarias una folía...

Si quieres cantar canario
El himno a tu Patria un día,
acuérdate de tu madre
y surgirán las folías

Nadie sabrá decirnos quién es el autor de la música, ni quién es el de la letra. En esto consiste precisamente la suprema consagración de quienes la escribieron. Su autor ya, su único autor es el pueblo. Cada ciudadano canario la canta como suya y nadie puede derrocarle sus derechos, porque la copla al vibrar estremecida en sus labios es vivida intensamente por él. La copla ya es de todos y al mismo tiempo y por eso, no es de un autor determinado.
Otra de las grandezas de los cantos populares, es que casi nunca se hacen universales. Son la personalidad bien deslindada de cierto pueblo, y aunque tengan significación universal casi siempre, sólo llegan a ser populares en una localidad más o menos limitada. El mar o los montes le sirven de barreras, la inmensa mayoría de las veces. Resumen y pregonan el perfume espiritual de un grupo de hombres que viven bajo el mismo cielo contemplando idénticos paisajes y expresan con sus palpitaciones vibrantes, al ser libertados como suspiros en las resonancias abiertas del ambiente, las características psicológicas que dicen y definen una gran familia o las inquietudes y tormentos incomprensibles de una rza que se aisló en aras de una creencia o por culto a sus tradiciones y necesidades morales. Todos los canrios podemos cantar como nuestra la siguiente copla:

Mi corazón es un niño
que siempre llorando está,
si alguien le muestra cariño
Mas sentimiento le da.

            Y nadie más que nosotros, porque la copla con su música doliente y viril al mismo tiempo, es nuestra. Y es que esta copla- como todas las coplas populares- revela lo más íntimo de nuestros sentimientos, el pudor de ciertas ternezas que por vergüenza varonil ahogamos, y un dejo de melancolía infantil y buena que a veces se asoma a nuestros rostros. Ni las Folías, ni la isa son conocidas fuera de Canarias. Mejor. Eso revela que son plenamente nuestras, exclusiva y únicamente nuestras. Que sólo nosotros podemos crearlas todos los días, abrillantarlas y sentirlas, quererlas y perpetuarlas, y lo que es más todavía, abrigarlas y protegerlas en el santuario impenetrable de nuestras almas.
Las canciones populares de Canarias-como todas las canciones genuinas del pueblo. Son hondamente tristes, pero su tristeza desgarrada no es una súplica llena de pesadumbres y congojas, es tan solo un lamento que se nos escapa...

Yo estoy solito en el mundo
a mi no me quiere nadie,
las madres son las que quieren
¡y se me murió mi madre!
           
            La música de las canciones populares tiene un marcado sello de tristeza, una modalidad de tristeza que las identifica y las perpetúa a través de las edades. Por eso hemos citado tan solo letras que se ajusten por su significado a la expresión musical con que se cantan. Las canciones alegres, vana es, eróticas o picarescas se hacen más universales, pero con harta frecuencia se olvidan o mueren por carecer de valoración moral, o por ficticias y convencionales para deleitar o entretener, pasan fugaces por nuestras vidas sin decirnos nada duradero.
            Cuando en la paz sacrosanta de la noche canaria hemos oído triunfar del aire estremecido las notas pletóricas y rotundas de las folías, se nos ensanchó el alma rebosante de felicidad, de una felicidad alegre que es al mismo tiempo triste y que no se puede definir con palabras, pero que nos dejó la ilusión florecida dentro del alma o nos despertó una enseñanza agridulce con que alumbrar nuestra experiencia.
Cementerio de Tegueste,
cuatro muros y un ciprés
tan pequeño, y sin embargo
cuánta gente duerme en él.

            Esta copla es sin duda la mejor de cuantas ha producido la masa popular de Canarias. En ella, se expresa, con dulzura incalculable, nuestro sentido de la muerte...
            Teobaldo Power en sus”Cantos Canarios” que le dieron gloria imperecedera, compendió todos los ritmos populares de Canarias: Folías, Isa, Jota, Malagueña, Tajaraste, Divinos ye el inmortal “Arrorró”, inmortal porque nuestras madre, cl conjuro de sus besos, lo grabaron con amor en la naciente formación de nuestras almas, mientras mecieron con mimo nuestras cunas protegidas por sus desvelos...

Arrorró niño chiquito,
Arrorró que viene el coco,
que dicen que anda buscando
los niños que duermen poco...
Cha-barra-barrás cha María
Cha-barra-barrás cho José

            Cuando volvemos al pasado prisioneros de añoranzas y heridos en lo más hondo por las incontables amarguras de la vida, nos encontramos con el sueño infantil de nuestra infancia desvanecido en el desconcierto del Tiempo y, escuchamos la voz paternal y cascada del abuelo que canta un romance antiguo, mientras nuestras madres siguen fieles al pie de nuestras cunas, musitando desconsoladas la tonadilla eterna con que cerraban los ojos a sus pequeños...

Duerme, niño mío, duerme,
Duérmete que viene el coco...
            Y quién sabe, madres canarias, si no es el “coco” quen os aparta de vuestros hijos...Aunque gozosos ellos se rieron un día de vuestras ingenuidades compasivas y de las mentiras piadosas con que engañasteis su inocencia, inquietas...
Antonio PINO
Arroyo Apolo, marzo 24 de 1931

El Milagro del Agua”
                 CUANDO florecieron hace ya siglos sobre el reboso movedizo de los mares nuestras islas de origen volcánico indudable – Como hace años demostró el sabio geólogo español Fernández Navarro, al comprobar que anualmente emergen varios centímetros sobre el nivel de los mares – no cabe dudar que eran rocas saturadas de sal con incrustaciones de vegetales y animales marinos. Cadáveres arrojados de la Flora y de la Fauna de los mares eran el único recuerdo de vida sobre su desolada superficie. Aún agitaban sus magnitudes inciertas y reducidas monstruosas contorsiones submarinas mientras las algas que antes se hinchaban hasta lo increíble en la solución propicia de las aguas, ahora se convertían en nada, heridas de muerte por la verdad luminosa del Sol. Loas rocas recién nacidas se miraban en el espejo inmutable de los cielos, recibiendo sobre sus lomos la caricia fecunda del calor que es vida, movimiento, temperatura, etc., y el beso de abstracciones de la Luz que es el alma clorofílica de los vegetales y la felicidad sonriente de los días. Poco a poco fueron transformándose  al cojuro de las impresiones lentas, pero constantes de los variados agentes atmosféricos y naturales: Anidaron las aves sobre su firmeza inquebrantable. Se transmutaron en polvo vital los restos vitales de las marismas. El agua aumentando su volumen al helarse, resquebrajó las enormes moles de granito y las alas del viento, que hicieron monstruosa la esfinge de Egipto, arrancaron con su roce eterno polvo de roca, a las rocas: Tierra. Ya eran aptos los islotes para ser fecundos. El mar celoso que los ceñía con el abrazo viril de sus olas y que los atormentaba con sus rugidos poderosos, trajo hasta ellos por el camino de sus corrientes el misterio de unas semillas,. Quería vestir de verde su desnudez virginal par que no fueran sorprendidos los recónditos pudores de su honestidad. Y germinaron las semillas alfombrando de verde alegre, de verde “afortunado” que fascinó los ojos deslumbrados de los viajeros, su dolorosa y muerta superficie. Y siguió el tiempo su obra constructora. Tuvieron las islas bosques y montes, donde árboles corpulentos barrenaban las rocas con sus raíces vigorosas, y fuentes y regatos de agua clara, donde asustadizas se retrataban las alimañas... Y tuvieron por pobladores a una raza increíble digna de sus grandezas naturales: la raza guanches.
            Pero un día arribaron hasta tus orillas las ordas invasoras de los bárbaros del Norte ( ¡siempre en la Historia la barbarie destructora de los del Norte!). y desde entonces comenzó la peregrinación desolada de tus desventuras... Los hombres civilizados fulminaron con traiciones a tus guanches  y en nombre del Progreso empezó el hacha de la tala criminal de los montes. La Lámina de tierra que fijaban las raíces en las vertientes casi perpendiculares de las laderas, se la llevaban las aguas corrientes hacia el fondo estéril de los mares. Y la tierra era nuestra vida, nuestra sangre que se derramaba inútil por las arterias abiertas de los barrancos. Se hicieron neurasténicas las nubes. Aparecieron los calveros en las cordilleras. Y todos los días los colosos de la montaña, los árboles, caían muertos ante la destrucción enconada del hacha criminal de los taladores.
            Y hoy , tiene sed Lanzarote y Fuerteventura, pero no ya sed de tierra, sed vegetal, sed para producir lozanos sus cultivos. Tienen sed humana, sed horrible que habla con insistencia maldita de la Muerte...
            Y tiene sed el Sur de Gran Canaria y Tenerife, donde las lluvias son raras y las rogativas que presiden los santos de una religión que languidece se hacen inútiles.
            Y padece miseria de agua la esmeralda acorazonada de La Palma, donde unos hombres individualistas se reunieron por vez única para taladrar el corazón de la Caldera y llenar del precioso líquido, sus estanques, sus atarjeas, sus acequias para poder regar en verano las plantas marchitadas por el Levante.
            Y el Hierro purificado por la sagrada fuente de Sabinosa, tiene sed en su pequeñez. Y la Gomera, que tiene las vegas de Hermigua y Agulo y que arroja agua dulce a los mares todos los días, tiene sed también...
            Tienen sed material las siete islas, aunque el mar quiere ahogarlas incesante en su fantástica inmensidad salobre. Tienen sed y el mar las desconsuela, por eso las islas se embarcan... se va lejos, a buscar fuentes distantes en que aplacar la sed que reseca sus fauces.
            Pero los hombres tesoneros de mi patria no se resignan ante el desastre inminente que los amenaza y comienzan con furia la lucha reconstructora sobre las faz de las islas. Hicieron presas en los barrancos para asegurar el riego durante el todo el año. Construyeron huertas artificiales en los valles de la Orotava y Aridane. Cubrieron de arena los campos de Lanzarote y Fuerteventura para evitar la evaporación que les robaba el agua de las lluvias. Abrieron los hoyos negros de las aljibes. Fabricaron estanques que brillaban como espejos en medio de nuestras pequeñas propiedades, para dar a la tierra una limosna líquida en los días cálidos. Taladraron las rocas para que brotase a la luz el tesoro filtrado del agua. Y, hermanados e identificados todos, ante el imperio de las necesidades colectivas, realizaron el sueño de las “Sociedades Hidráulicas”. Y el agua, brotó milagrosa de las entrañas de la tierra seca, refrescando la sed bendita de nuestros amores hondos: amor a los campos en que nacimos, amor, a la progenie y filogenia que nos ata, amor a nosotros mismos y amor  a Dios que nos puso por gracia en la inmensidad desierta de los mares...
            Crecieron exuberantes las plataneras en la franja propicia de las costas. Se cuajaron de flores los almendros en las alturas. Y hasta las plantas más humildes, pudieron ya entonces elaborar lenta, sus frutos exquisitos, mientras que, por los puertos se embarcaban nuestras mercancías codiciados con rumbo a Londres y a Liverpool.
            Cuando se venden en Canarias propiedades a un precio fabuloso en función con lo que producen, queda manifiesto el amor que a la propiedad profesan las canarios, y sobre todo, el amor a “un pedazo de tierra heredada de nuestros padres, o de los lugares donde nacimos”.
            Y no es de extrañar este amor extraordinario, esta terromanía de los canarios, sabiendo los sacrificios y las amarguras que les ha costado. En la lucha abierta con la Naturaleza han hecho sus huertas artificiales a fuerza de privaciones y han tenido que robarla a las entrañas herméticas de los montes “su agua”, a fuerza de constancia.
A.      PINO
Arroyo Apolo, marzo 15 .1931
“Sindicato Agrícola Tabacalero de Cabaiguán”
            En la Asamblea Magna celebrada el 26 de Abril último, en los salones de la Delegación de la Asociación Canaria en Cabaiguán, , fueron aprobados los Estatutos Generales, por que habrán de regirse el “Sindicato Agrícola Tabacalero de Cabaiguán”. Aún no hemos tenido la oportunidad de penetrar en la ideología de dicho Sindicato a través de sus estatutos, pero habiendo recibido una hoja impresa que con los fines de la propaganda entre los  vegueros de aquella rica zona tabacalera, editó con fecha 3 de Mayo el Comité Provisional, del cual es presidente el señor Benito Rodríguez y Secretario el doctor E. Poggio, no hemos podido resistir a la tentación de hacer algunos comentarios sobre el mismo, pues le damos una importancia extraordinaria a esta clase de organizaciones, que de un modo altruista y profundamente humano, vienen a luchar armadas de razón, contra las injusticias de los poderosos y la explotación inicua, que, de las fuerzas esparcidas del trabajo, ha venido realizando el Capital.
            Sabed vegueros que los sindicatos en la complejidad de las sociedades modernas – ambiciones asombrosas, propagandas mal intencionadas, - son una necesidad imperiosa para vuestra defensa y garantía vital.
            Hoy, en  el olvido de los campos que cultiváis y a los que es casi imposible lleguen a ser vuestros, - teniendo derecho a ellos – pues ser los propietarios naturales, - sois extranjeros sobre la tierra prestada que hacéis producir. A veces, ni las lluvias,  ni la bondad de la tierra os favorecen. Los insectos devoran vuestros cultivos. Los recursos con que contáis son anticuados y casi siempre anticuados e insuficientes. Y por si estos fueran poco, después que venciendo incontables e indecibles dificultades lográis arrancar de las entrañas de la tierra una cosecha que os llena de esperanzas. Llega la incertidumbre de las ventas y , vendéis al azar como una simple bagatela el fruto de los esfuerzos de todo un año. Casi siempre dependéis  de la  “buena voluntad de un mercado” o de un especulador cualquiera, que sin trabajo y sin conocimientos, se gana en unos días lo que vosotros no podéis ahorrar en muchos años. Y esto es horrible, pero no es todo. Las rentas exageradas que pagáis y, que a veces representan  haberos privado de lo más necesario, por que en vuestra honradez el no poder cumplir los compromisos contraídos es la misma muerte, no tienen razón de ser y, no serán en un día no lejano, si tenéis fe en la fuerza indestructible de la UNIÓN. Y practicáis la religión de los SINDICATOS. Quisiéramos hablar ampliamente de las “bienhechurias” o de las “mejoras”, pero indignado como hombre, de que otros hombres tengan que pagar a más de que otros hombres tengan que pagar a más de la Renta, las mejoras que hayan podido hacer en una finca que arrendaron, preferimos dejar esta vergüenza y este crimen para otra oportunidad. Todas las fuerzas vivas de  las naciones se han conjurado contra vosotros y en los inicios banales de la humanidad sois como pedazos de tierra que de milagro se hicieron vida, pero que no tenéis ni sufrimientos, ni necesidades. Y sin embargo, vosotros sois los pedestales de la humanidad, el primer eslabón, el eslabón matriz de la cadena de las sociedades y, la principal, por no decir la única fuerza verdaderamente productora. Y vosotros sois los poseedores de la autoridad, por que en el concierto de los pueblos contais con una mayoría abrumadora.
            Haciéndonos eco en parte de vuestros males ya crónicos y de vuestros problemas sin solución posible de permanecer aislados, hemos recibido con alborozo el impreso editado por el Comité Provisional de vuestro Sindicato. Estamos seguros que todos vosotros os uniréis estrechamente como un solo hombre para defenderos contra el enemigo común, que tiene múltiples nombres, pero que siempre desde la sombra extiende sus terribles tentáculos para despojaros de lo que es vuestro.
            Confiamos en que vuestros miembros dirigentes tendrán el valor moral bastante para afrontar con entereza los difíciles problemas que se les presentará en las asperezas del camino a seguir y estamos seguros que conscientes de la fuerza que atesoráis y de los derechos indiscutibles que os asisten, sabréis llevar hasta el fin en triunfo, vuestro Sindicato redentor.
            Tenemos la seguridad de que vosotros , viriles y dignos, protegidos por la coraza de vuestra rudeza, e impelidos por la confianza que tenéis en vosotros mismos, haréis unión ideal en estos momentos difíciles para defender el producto de vuestro trabajo sagrado, de las acechanzas y de las maquinaciones de los especuladores de oficio.
            Organizaos lo mejor que os sea posible pues de la buena organización que se dé al Sindicato que va a luchar por vosotros depende el éxito.
            La inmensa mayoría de las organizaciones similares que han fracasado en sus empeños no ha sido por otra causa que por falta de organización.
            Tal vez, dentro de muy pocos años, cuando las ideas de redención de las clases oprimidas se realicen triunfadoras en las luchas sordas de los pueblos, haciendo blanco en el corazón insensible de los privilegiados, os parezca mentira la dejación inconsciente que habíais hecho de vuestros intereses y el olvido a que os habían relegado de manera inexplicable, unos seres falsamente poderosos y envidiablemente colocados, que no tenían razón de existir, porque no producían, ni trabajaban y eran funestos, por parásitos, para la sociedad en que convivían.
            Vosotros, campesinos sindicados de Cabaiguán, vais a empezar la lucha por vuestra redención posible. El camino de las dificultades que se abre a vuestro avance está lleno de asperezas, pero es lo único que rectamente puede llevaros a vuestra meta ideal. No cejeis en vuestros empeños y no retrocedáis nunca...
A.      PINO.
Arroyo Apolo, Mayo 26 de 1931.
Digitalización por Juan Antonio Pino Capote-Navidad 2003-04


Añadido:
14 de octubre 2009.
4.2. LA PATRIA DE LOS ANDARIEGOS37

   Aunque la bandera roja y gualda haya ondeado sobre nuestras conciencias libres y la Corona de un Reinado siga pesando sobre nuestras rebeldías de siempre y, las órdenes sacerdotales hayan obscurecido con sus misterios la clarividencia de nuestras rutas ciertas, los canarios no hemos sido ni somos españoles. Si el Sahara nos ha confundido con la fiebre poderosa de su aliento, en los días crueles del Estío y, la situación geográfica nos ha defendido con las cercanías sedientas que nos imploran y, la indolencia de nuestras vidas nos han confundido juntamente con los hombres broncíneos del desierto, tampoco somos africanos, los vecinos blancos de los morabitas.
Es cierto, que sintiendo junto a los americanos la democracia de sus libertades inéditas,  y asimilando la savia pujante de sus juventudes nos hemos sentido renacer, creciendo alborozados sobre sus campos vírgenes, pero no por eso los canarios americanizados, nos podemos considerar americanos.[1]
   Nunca tuvimos una patria grande  que plenamente nos abarcase, ni nos podría filiar en una nación determinada, porque no hay pueblo que se identifique con el nuestro, ni  símbolos nacionales que nos resuman, ni ambiciones raciales que nos satisfagan. Los canarios ante todo y sobre todo somos canarios, aunque nuestras islas no sean suficientes para retenernos, lo bastante para completarnos y lo suficiente grandes y  pobladas para acallar nuestros anhelos de universalidad. Nacimos sobre aquellos eternos y accidentados relieves submarinos, que como oasis benditos emergen del vasto desierto de los mares y pertenecemos al mundo en que nos adentramos sin saber por qué, buscando con desconsuelo en el alma la fragante realización de un sueño.
   No cabe dudar que los canarios no tenemos una Patria definitiva, una Patria inmutable, una Patria histórica que nos aprisione con su pasado y nos oriente impelidos entre las brumas de lo venidero. Nacimos en aquellas islas, como nacen los pájaros en el calor de sus nidos y tan pronto nuestros anhelos tienen fortaleza bastante, nos lanzamos al azar de los espacios, ambiciosos de volar bajo todos los cielos, junto a todos los climas. Y trabajamos con ardor inextinguible en los trópicos, nos quedamos por siempre en la inclemencia de las regiones frías o, nos paseamos de un continente a otro dentro de la consistencia frágil de un velero.
   La Patria de los canarios; ne es España, ni América, ni África, ni siquiera las islas. La Patria común de los canarios, la Patria imposible que nos identifica a todos es un sentimiento único, es el mar. El mar nuestro, que haciendo temblar los acantilados graníticos que inmutables defienden nuestras costas, se arrastra luego vencido por las arenas conmovidas de nuestras playas. El mar “sonoro” que fragmentó con salvaje furia el concierto interminable, para arrullar mejor sus intimidades, besándolas más hondo.
   El mar que custodió las tumbas de nuestros marinos y nos sirvió de ruta a los emigrantes. El mar que miramos con pesadumbre desde los relieves bien acusados del Archipélago, haciéndonos concebir “un más allá risueño. El mar que cantaron nuestros grandes poetas, sintiendo el estrépito solemne de sus ropientes y el ritmo inquietante de sus olas. El mar que amó Tomás Morales-ingenuo, musical y dulce- y frente al cual, el poeta niño, sintió deseos de partir un día.
Yo quiero ir a bordo de esos grandes navíos
De costados enormes y estupendo avanzar,
Que dejan en las nubes sus penachos sombríos
Y una estela solemne sobre el azul del mar.
   Ese mar que con su canto de sirenas nos atrae, para hacer que nos sintamos argonautas. Las continuadas turbulencias de un batallar perenne con que nos llama desde niños, cual una tentación irrefutable. Sus planicies movedizas que ciñen coronas de espumas al cerco recortado de las islas, como para patentizarnos sus amores, y, el aliento salobre de su respiración imposible, con que supo acallar nuestras ansias, son los perfumes, los gestos y las caricias viriles que recibimos de nuestra Patria incierta, de nuestra Patria inmensa, el mar.
   ¿Habrá siempre canarios de Gran Canaria  y de Tenerife y de Lanzarote?. Tendremos los de una isla costumbres distintas de los de la otra. Y nos distinguiremos entre sí, cada día más, por el modo de hablar, por los vestuarios, por los cantos populares, por la manera de alimentarnos y hasta por el temperamento o el color de la piel si se quiere, pero siempre seremos unos-inseparables y compenetrados- ante la invitación ensordecida de los mares y ante la promesa esperanzada de partir y la ilusión esplendorosa de llega.
   Desde el vértice ideal de tres continentes  nos hemos aventurado en todas direcciones y hacia todos los vientos, sobre las ondas gigantescas del Atl´natico. Caballeros de ensueños, nos paseamos por la redondez de la Tierra en Antequera y Bobadilla, y desde entonces acá, seguimos paseándonos  por el alboroto de los mares sin parar, siempre adelante, llevando en nuestras almas el poético recuerdo de las islitas y una vaga añoranza de volver. Fueron tan vagas nuestras ansias de terornar, que casi siempre nos quedamos en lejanas tierra, amándolas como propias y defendiéndolas com legítimas. ¿Es que sentimos un amor universal ,más allá de las fronteras y las razas, o es que amamos tanto nuestras islitas, que lejos de ellas sintiendo sed de amores, amamos lo extraño como si fuera propio?
  No sé. Lo cierto por real, es que los canarios voluntariamente expatriados por el mundo, parecemos no tener patria como los judíos; pero cuán contrarias han sido nuestras suertes.
   Los judíos condenados por una maldición bíblica a no tener  patria, han sido perseguidos y expoliados en todos los lugares en que estuvieron. Raza maldecida, no sé por qué razones ha sido expulsada de las naciones y víctima de la saña incalculable de los pueblos más apartados. ¿ Será por que los muertos mandan-como dijo Blasco-,o porque estáis malditos  “perros judíos” o porque sois perversos y ruines, hijos desheredados de la Madre Tierra?.
   Los canarios huyen voluntariamente de su tierra por la herida franca de sus puetos y no siempre vuelven al solar nativo para darle esplendor con sus vidas. Se quedan lejos, porque lejos suelen ser queridos y hasta esperados. Lejos rinden su tributo honrado al trabajo incesante de todos sus días. Lejos aman la bandera protectora que los cobija, junto a los campos agradecidos que les devuelven sus fatigas en flores. Lejos adoran las mujeres que embellecen la tierra que fecundan. Lejos adoptan las costumbres que los rodea, y, lejos en último análisis, se hacen nativos de los lugares adonde fuero, con la preciosa pretensión de ser libres. Son así.

   Que sus esposas, sus madres, sus hijas y hermanas lloren, eso es lo inevitable. Ellos seguirán confiando a lo desconocido el futuro de su suerte…Partir siempre. Retornar. ¿quién sabe! El mar nos llama, nos grita, nos fascina, nos exige a partir y nosotros no sabemos desoírlo, ni podemos prescindir  de escucharlo. Sus olas vienen y van con atropello incesante. También nuestras vidas van y vienen sin tregua. Un día nos alejamos confiados para acercarnos otro radiante-flujo y reflujo-. Pensativos y tristes nos vamos para sentirnos alegres en nuestro regreso triunfal – bjamar, penamar-. Nos agitamos en la pobreza como leones- tempestades-. Reímos vencedores cuando regresamos con el fruto de nuestras juventudes metalizadas –bonanza-. Y nunca satisfechos, ni felices, persisten nuestras almas incomprensible, en un ir y venir estéril e impotente, como el de los mares, exactamente igual al de los mares.
   La mar ha mecido nuestras cunas, ha cantado nuestras victorias y guardará celosa nuestras sepulturas. La mar es música en los corazones henchidos de los canarios andariegos, es  el llanto inconsolable que fluye por los ojos de una mujer canaria y es vida con designios secretos en lo impenetrable de nuestras almas. La mar azul, intensamente azul que riza hoy entre mis islas su placida superficie, hasta lo increíble, como queriéndonos simular una sonrisa de felicidad, es  el mismo mar que mañana, agitado por las tempestades ruge y brama  y desespera y crece hasta convertirse en montañas hercúleas de agua, que luego se deshacen en truenos para convertirse en rosas.

   Serviste de inspiración a los artistas afortunados que agradecidos te encarcelaron en lienzos imperecederos y te hicieron hablar en poemas geniales. Quién sabe si algún día
¡oh mar! – Sintiéndote como nadie te ha sentido- sean los canarios artistas los que descifen el enigma de tus secretos arcanos, lo recóndito de tus misterios sagrados y , lo codiciado de los tesoros que avaro escondes.
   Se oculta en tu seno hirviente la ignorada tumba de Tanausú, el ídolo desventurado de Acerina y el último cachorro de los guanches, que al ser arrancado, por la traición indigna de unos conquistadores aventureros, de su reino impenetrable de Acero, para ser llevado a España como trofeo glorioso, se suicidó con el hambre antes de perder de vista los perfiles altivos de su Benahore, sin la que no quería ya vivir. ¡Y era un salvaje! Arrúllalo mar santo de mi tierra en su tumba de olvido. Fue el último de los menceyes libres. Desde entonces acá hemos gemido tanto…
   Y cuando las naciones hayan desaparecido ya y las razas por siempre hayan pasado, tú, pabellón azul que arropas las costas de mi tierra con la majestad de un dios, te seguirás aún levantando airado hacia el cielo para cantar perpetuamente al mundo, las glorias profundas de una raza muerta y, las sacrosantas virtudes de un pueblo noble que ya no existe…
A. Pino
La Habana, 15 de febrero de 1930


[1] A. PINO, TC. La Habana, marzo de 1930, Año I: 12-14.